lunes, 3 de junio de 2013

PADRE: EMILIANO TARDIF.

Nació hace 76 años. Tenía 71 cuando murió, el 8 de junio de 1999. Nacido y formado en Canadá, con 43 años de intensa vida misionera en el país, el padre Emiliano Tardif murió cerca de Córdoba, Argentina. Una emotiva fiesta de cumpleaños en Santo Domingo, un largo viaje al Cono Sur con escala en Miami y el inicio de un retiro de 240 sacerdotes fueron los tres últimos actos de su vida en esta tierra. Su inesperado fallecimiento conmovió al país y a buena parte del mundo católico. Se nos ha ido en olor de santidad y en olor de multitudes, exclamó monseñor José Francisco Arnaiz. Consideramos al padre Emiliano como uno de los grandes hombres de la Iglesia de estas últimas décadas, declaró el entonces Arzobispo de Santiago, monseñor Flores. Excelente sacerdote, evangelizador, misionero y taumaturgo, así lo describió monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio. De gigantesca figura que nos hizo sentirnos amigos lo calificó el padre Víctor Masalles, rector del Seminario Santo Tomás de Aquino. El padre Ramiro Cantalamessa, predicador de la casa pontificia en el Vaticano, escribió: He tenido varias veces la dicha de ejercer mi ministerio junto con el padre Emiliano Tardif, de quien he admirado siempre, sobre todo, su sencillez de corazón; el padre Emiliano no se consideraba un santo ni un taumaturgo, sino simplemente uno que había recibido un carisma y lo ejercía ‘para utilidad de todos’. Me uno al grupo de aquellos que agradecen a Dios por su vida, y se alegran al pensar que este siervo fiel está ahora en la alegría del Señor. El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, que lo conoció muy bien, dijo ante su féretro: Siempre lo vi como el sacerdote y misionero realmente consciente de su propia vocación. Emiliano era un hombre virtuoso, sencillo, muy amable, profundamente humilde. Me atrevo a asegurar que ha sido uno de los sacerdotes más queridos. Amado de Dios y de los hombres, su memoria es una bendición. El padre Emiliano Tardif dio el salto definitivo hace cinco años. Fue un hombre de su tiempo con un perfil de persona accesible. El Emiliano espiritual y carismático no se despegaba fácilmente de la tierra; al hombre espiritual le gustaban los helados, viajar, contar un chiste, tenía muchos amigos y quería entrañablemente a su familia. El padre Emiliano hubiera sentido hondamente el drama de Jimaní. Se hubiera alegrado con los que sobrevivieron agarrados a un árbol, habría saltado de gozo ante la generosidad y el trabajo de tantas personas y se habría avergonzado y entristecido con el trato irrespetuoso y brutal dado a los restos de las víctimas, expuestas en los medios de comunicación del mundo entero. Como burrito, llevó a Jesús vivo por todas partes, siguiendo los pasos de su Fundador, el Padre Julio Chevalier, para quien cuando Dios quiere una obra, los obstáculos son medios. Así pensaba el padre y así desarrolló su evangelio. Emiliano Tardif murío el 8 de junio de 1999, en Argentina, sumamente contento y en paz, horas después de cantar suavemente qué detalle, Señor has, tenido conmigo en el momento de la misa en la capilla de la Anunciación el 6 de junio de 1999. Las dificultades no le abatieron, los elogios no lo hincharon, los éxitos no le embriagaron, los bienes de este mundo no lo distrajeron ni encadenaron. Sigue descansando en paz padre Emiliano y esta vez, ora por las víctimas, por los atribulados y por los heridos de Jimaní. Sobre todo, ora por los niños. Fundador de una comunidad, sus libros son auténticos best-sellers El 8 de junio pasado falleció a los 71 años de edad el padre Emiliano Tardif, el sacerdote canadiense que se convirtió en uno de los grandes promotores de la Renovación en el Espíritu en todo el mundo. Un infarto le cogió por sorpresa en la ciudad de Córdoba (Argentina), donde se encontraba predicando retiros de renovación espiritual. En septiembre de 1956, Emiliano Tardif llegó a la República Dominicana para convertirse en Misionero del Sagrado Corazón. Llegó a ser provincial de la congregación en Santo Domingo hasta que en junio de 1973 cayó enfermo, a causa de una aguda tuberculosis pulmonar. La enfermedad le obligó a regresar a Canadá para ser hospitalizado urgentemente. Después de varios exámenes médicos, los doctores le dijeron que necesitaría un año de tratamientos para poder abandonar el hospital. El padre Tradif recordaba en una ocasión: Después de que me hicieran todos aquellos exámenes, antes de que los médicos comenzaran sus tratamientos, vinieron a verme cinco personas de un grupo de oración carismático de Quebec. Rezaron por mí en la habitación del hospital y el Señor me curó en tres o cuatro días. Tras este episodio, el padre Tardif se dedicó a pro-fundizar en la Renovación Católica y a participar en sus En noviembre de 1973 recibió el carisma de curación que, según confesaba, fue para mí un estupendo instrumento del Señor para acompañar mi trabajo de evangelización. Regresó a Santo Domingo, aunque a partir de enton-ces comenzó a realizar viajes por los cinco continentes, convocando a miles de personas que se sentían atraídas por su carisma de curación, incluso corporal. Al mismo tiempo, fundó hace 22 años la comunidad de los Siervos de Cristo Vivo, que hoy se encuentra extendida en varios países de América y Europa. Según explica, Giovanna Monzo, que forma parte de la comunidad en Italia, el padre Tardif siempre decía que en el momento de su muerte, “lo primero que le preguntaría al Padre sería: “¿por qué curas a unos y no a otros?”. Es una prueba de la humildad de este hombre, la gran lección que nos ha dejado. Los libros del padre Tardif, entre los que destaca Jesucristo vivo y Jesús es el Mesías, están entre los libros más vendidos en Italia, así como en los países de lengua española, y francesa. Padre Emiliano Tardiff, misionero del Sagrado Corazón de Jesús (MSC), conocido en todo el mundo por sus "Misas de Curación" durante las cuales se verificaban con frecuencia curaciones prodigiosas, murió el 6 de junio en Córdoba (Argentina), donde estaba predicando un retiro a 300 sacerdotes. Nacido el 6 de junio de 1928 en Quebec (Canadá), emitió los primeros votos el 8 de septiembre de 1949 y los perpetuos tres años después, siendo ordenado sacerdote el 24 de junio de 1955. Enviado de misionero a la República Dominicana, fue uno de los fundadores del seminario misionero "San José de las Matas", del que fue también profesor; dirigió la revista "Amigo del Hogar" y fue elegido Provincial de su Instituto. En 1973 la tuberculosis le obligó a regresar a su patria para recibir adecuada asistencia médica. Su testimonio: Después de la visita de un grupo de amigos del movimiento carismático católico que habían orado en su habitación del hospital, P. Tardiff se curó de modo inesperado, descubriendo que había recibido el don extraordinario de curaciones. A su regreso a América Latina, se estableció en Nagua, un barrio pobre de Santo Domingo, donde fundó numerosas escuelas de evangelización. Durante seis meses trabajaba como párroco y el resto del año viajaba por el país y al extranjero, guiando retiros espirituales y llenando iglesias y estadios donde celebraba la Eucaristía. Muy conocido en toda la América Latina y en el mundo francófono, P. Tardiff viajó por todo el mundo, visitando 71 Países. Hace tres años, cerca de 200.000 personas participaron en la Eucaristía celebrada en un campo de aviación de Polonia; hace dos años, en Líbano, la televisión nacional transmitió las misas de curación, suscitando gran emoción en todo el país. En todo lugar, las reuniones de oración seguían un esquema fijo: catequesis, Misa, procesión con el Santísimo Sacramento y oración de curación.. Oración por Curación Física Sugerimos que esta oración se lleve a cabo en un lugar solitario, apartado de toda distracción, teniendo la fe que el Señor nos escucha siempre que le hablamos. Récese de manera lenta, en voz alta, haciendo propia cada frase: Señor Jesús, creo que estás vivo y resucitado. Creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar y en cada uno de los que en Ti creemos. Te alabo y te adoro. Te doy gracias, Señor, por venir hasta mí como pan vivo bajado del cielo. Tú eres la plenitud de la vida. Tú eres la Resurrección y la Vida. Tú eres, Señor, la salud de los enfermos. Hoy quiero presentarte todas mis enfermedades porque Tú eres el mismo ayer, hoy y siempre y Tú mismo me alcanzas hasta donde estoy. Tú eres el Eterno Presente y Tú me conoces... Ahora, Señor, te pido que tengas compasión de mí. Visítame a través de tu evangelio para que todos reconozcan que Tú estás vivo en tu Iglesia hoy; y que se renueve mi fe y confianza en Ti. Te lo suplico, Jesús. Ten compasión de mis sufrimientos físicos, de mis heridas emocionales y de cualquier enfermedad de mi alma. Ten compasión de mí, Señor. Bendíceme y has que vuelva a encontrar la salud. Que mi fe crezca y me abra a las maravillas de tu amor, para que también sea testigo de tu poder y de tu compasión. Te lo pido, Jesús, por el poder de tus Santas Llagas, por tu Santa Cruz y por tu Preciosa Sangre. Sáname, Señor, sana mi cuerpo, sana mi corazón, sana mi alma. Dame vida y vida en abundancia. Te lo pido por intercesión de María Santísima, tu Madre, la Virgen de los Dolores, la que estaba presente, de pie, cerca de la cruz. La que fue la primera en contemplar tus llagas y que nos diste por Madre. Tú nos has revelado que ya has tomado sobre Ti, todas nuestras dolencias y por tus santas llegas hemos sido curados. Hoy, Señor, te presento en fe todas mis enfermedades y te pido que me sanes completamente. te pido por la gloria del Padre del Cielo, que también sanes a los enfermos de mi familia y amigos. Has que crezcan en la fe, en la esperanza, y que reciban la salud para gloria de Tu Nombre. Para que tu reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de los signos y prodigios de tu amor. Todo esto te lo pido, Jesús, porque Tú eres Jesús. Tú eres el Buen Pastor y todos somos ovejas de tu rebaño. Estoy seguro de tu amor que aún antes de conocer el resultado de mi oración, en fe, te digo: Gracias Jesús, por lo que Tú vas a hacer en mí y en cada uno de ellos. Gracias por las enfermedades que Tú estás sanando ahora, gracias por los que Tú estás visitando con tu misericordia. Amén.

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