domingo, 1 de junio de 2014

DIOS NOS HACE EL LLAMADO.

El llamado de Dios transforma la persona La palabra del Señor llegó a mí en estos términos: “Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones”.
Yo respondí: “¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven”.
El Señor me dijo: “No digas: “Soy demasiado joven”, porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene.
No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte – oráculo del Señor – “.
El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: “Yo pongo mis palabras en tu boca. Yo te establezco en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar”.
Jeremías 1, 4 – 10 Es claro en esta Palabra, como en el resto de los relatos vocacionales, que la elección viene de Dios, Dios elige por caminos humanos para nosotros incomprensibles, su lógica es distinta. Va a decir el Señor: “Mis caminos no son los de ustedes, son otros caminos”.
El término Bautismo procede del verbo griego baptizein, que significa sumergir, lavar. El simbolismo de los efectos del agua como signo de purificación es muy común en la historia de las religiones. Sabemos que Juan Bautista daba el bautismo a todos aquellos que aceptaban su predicación como cambio de vida.

Jesucristo enseñó a los apóstoles un bautismo diferente del conocido por los judíos. No era sólo un símbolo, sino una verdadera purificación y un llenarse del Espíritu Santo. Juan Bautista lo había anunciado: "Yo bautizo con agua, pero pronto va a venir el que es más poderoso que yo, al que yo no soy digno de soltarle los cordones de sus zapatos; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego".
(Lc 3,16)

El llamado se limita a plantear dudas o a ofrecerse cuando Dios pide un voluntario, como lo es en el libro del profeta Isaías 6, pero no toma la iniciativa. Hoy nos encontramos con uno que plantea dudas, porque frente a la conmoción que genera la presencia de Dios que invita, como vemos en este relato, la persona se descubre así misma limitada, se descubre como se muestra Pedro en el texto de la pesca milagrosa, pecadora, genera dudas en sí mismo, en otros, como en el caso de Pablo, Ananías dice: fíjate Señor que a este que has elegido es... y le muestra a Jesús lo que supuestamente Jesús no conoce de Pablo. El hecho más importante para interpretar el Bautismo cristiano es el Bautismo de Jesús, en el que culminan las prefiguraciones del Antiguo Testamento sobre este sacramento.
Los cuatro evangelios cuentan el Bautismo que recibió Jesús (Mc 1, 9-11; Mt 3, 13-17; Lc 3, 21-22; Jn 1, 32-34) y los cuatro conceden excepcional importancia a este hecho porque representa el punto de partida y el comienzo del ministerio público de Jesús (Hch 1,22; 10,37; 1 Jn 5.6). Todos los evangelistas coinciden en narrar dos cosas:

El descenso del Espíritu La proclamación divina asociada a la venida del Espíritu Santo

La inconsistencia que hay en la persona llamada es el lugar donde Dios se presenta para hacerse fuerte en el que llama, es inconsistente el convocado. Según el judaísmo antiguo, la comunicación del Espíritu significa la inspiración profética. La persona que recibe el Espíritu es llamada por Dios para ser su mensajero (Eclo 48,24; Dn 13,45). Por lo tanto, en el momento del bautismo, Jesús recibió del Padre la vocación y el destino que marcó y orientó su vida. Juan bautizaba en vistas al juicio último de Dios; el Bautismo cristiano es la participación en la muerte y resurrección de Jesucristo; es decir, el bautizado ha muerto a una forma de existencia, para nacer a otra nueva que no acabará jamás.
La Iglesia bautiza porque así realiza el mandato de Jesús resucitado y porque está llena del Espíritu Santo para comunicar la salvación a través de este sacramento.

El Bautismo es el sacramento de la fe (Mc 16,16). Pero la fe tiene necesidad de la comunidad de creyentes. Solo en la fe de la Iglesia puede creer cada uno de los cristianos. La fe que se requiere para el Bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que está llamado a desarrollarse. En todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe crecer después del Bautismo. Cuando se trata del Bautismo de niños, para su crecimiento en la fe es necesaria la ayuda de los padres y padrinos El Bautismo, por ser un sacramento de iniciación, tiene unos efectos de regeneración e incorporación muy especiales:
"Al bautizado le son perdonados los pecados y recibe una vida nueva, se une a la muerte y resurrección de Jesucristo, participa de su misión sacerdotal, profética y real y es incorporado a la Iglesia"

Perdona los pecados y da una vida nueva
El paso del mar Rojo fue para los israelitas el paso de la esclavitud a la libertad. Por eso el Bautismo, que vinculó a aquellos hombres al destino de Moisés ( 1 Cor 10,2), fue el bautismo de la liberación.

Así mismo, el Bautismo cristiano comporta una experiencia de liberación: de la misma forma que el paso del mar Rojo fue para los israelitas la experiencia fundamental de su liberación, así el paso por el agua bautismal comporta para los cristianos la experiencia de su propia libertad. Para el bautizado no existe más ley que la del amor, a eso re refiere Pablo en Rm 13, 8-10 y en Gal 5, 14. Luego la experiencia fundamental del creyente en el Bautismo es la experiencia del amor, no sólo del amor a Dios, sino también del amor al prójimo.
Dios tiene caminos incomprensibles, muchas veces aparece en la Palabra mujeres estériles, ancianas que dan a luz por la intervención de Dios, por ejemplo Zara, Ana la profetiza, la esposa de José María nuestra Madre que no es solamente virgen sino que es niña y sin embargo en su pequeñez Dios ha detenido su mirada para hacer presente el misterio de la salvación. Moisés es un prófugo de la justicia y sin embargo desde ese lugar Dios lo llama para ser liberador de un pueblo. Los caminos de Dios son incomprensibles, "Morir con Cristo" significa morir al mundo, al orden establecido, como fundamento de la vida del hombre (Gal 6,14) o a los poderes del mundo que esclavizan (Col 2,20), a la esclavitud de la ley (Rom 7,6), a la vida en pecado (Rom 6,6) o a la vida para sí mismo ( 2 Cor 5, 14-15).
Hace participar al bautizado de la misión sacerdotal, profética y real de Jesucristo
Quien recibe el Bautismo queda revestido de Jesús el Mesías, lo que significa que la misma vida de Cristo está presente y actúa en el que ha recibido el Bautismo.

El bautizado, unido a Cristo en la Iglesia, es como Cristo Sacerdote, Profeta y Rey, y está llamado a dar testimonio del Señor en este mundo. El Concilio Vaticano II ha enseñado que "los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la regeneración y la unción del Espíritu Santo"
El Señor te está llamando, no solamente al seguimiento de Él en exclusividad, el llamado al seguimiento discipular de Jesús es en los distintos estados de vida. El Señor necesita en este tiempo de profetas, de hombres y mujeres que sean la boca de Dios.
El Señor nos llama a estar con Él, dice la Palabra, estar con Dios es participar de la presencia de su amor que cautiva, que seduce, que cobija, que descansa, que fortalece, que alivia, que alienta, este estar con Él junto a otros es intransferible, única e irrepetible la llamada que Dios hace incluye al llamado dentro del plan de Dios y uno no puede escapar, se hace irresistible su voz que llama por dentro
En los procesos de crecimiento humano que no son siempre lineales y ascendentes sino que son como espiralados y ascendentes, hay un riesgo de pegar la vuelta y retroceder, demorar, obstaculizar el proceso y entrar en un retroceso, estar en una etapa no de demora vocacional, estancarse y retroceder, vos podes tener años de vida sacerdotal y ser un niño vocacional o un adolescente que no ha terminado d entender la hondura del ser sacerdote.
El Señor llama e invita a seguirlo, es Él quien toma la iniciativa, es un llamado que está mas allá de la lógica humana, son los caminos de Dios que elige sin que uno se de por aludido, al principio por la inconsistencia de la propia vida frente a la vocación que Dios da, es un llamado también que Dios nos hace que viene con la gracia a lo que Dios nos llama.

LAS PREOCUPACIONES ME MATAN.

¿Cuántas preocupaciones lo agobian el día de hoy

Para apoyar a su respuesta estoy seguro de que usted es una de esas personas que terminan el día agobiadas, no tanto por el trabajo, sino por las preocupaciones que no se terminan en un día, sino que parecen ser la norma de vida de todos los días. Muchas veces no acabamos de salir de una situación que nos quita la tranquilidad cuando ya tenemos otra encima, provocando el deseo de salir corriendo y dejar todo atrás, sin importarnos lo que pudiera pasar. En ese momento quisiéramos que alguien se haga cargo de lo que estamos viviendo, sea en el trabajo o sin él, en el hogar, en la escuela o en la vida cotidiana.

La vida nos ofrece todos los días aflicción, desgaste físico y emocional, frustración, desesperación, lo que hace que no veamos la belleza de la creación, que también sufre al igual que nosotros, el desgaste, la contaminación y el desprecio de los seres humanos. Este es un panorama que no estaba en los planes originales de Dios, pero no los descartó, sino que fueron considerados en su amor por su creación.

Como la gracia de Dios es y siempre será más grande que cualquier pecado, nuestro creador, a través del Hijo, decide cumplir el plan de introducirse en su creación para sanarla, redimirla hacerla nueva; en la resurrección de Jesús, emerge una humanidad totalmente nueva. Con Él de nuestro lado, ¿Quién podrá derrotarnos? Él dice: “porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. (Mateo 11:30)

Sin embargo, Jesús, en sus enseñanzas, nos dejó una invitación por demás insólita: “Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme”. (Mateo 16:24) (Marcos 8:34) y (Lucas 9:23)- Cuando Dios nos permite llegar a este punto, en el cual nos sentimos completamente derrotados y “en el hoyo”, como lo expresa el rey David en sus Salmos, es cuando valoramos la misericordia, la bondad y la compasión de nuestro Dios amoroso. Duras parecen a muchos estas palabras: “Niégate a ti mismo, toma tu cruz y sigue a Jesús (MT 16.24). Pero más duro será oir la suprema sentencia: Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno (MT 25.41). Los que ahora oyen y siguen con alegria la predicación de la cruz no temerán entonces oir la sentencia de eterna condenación. La señal de la cruz se verá en el cielo cuando el Señor venga a juzgarnos. Entonces todos los siervos de la cruz que conformaron su vida con del crucificado se acercarán con gran confianza a Cristo juez. Y cuando experimentamos la mano cálida y amorosa que nos saca del abismo, es cuando Dios nos conduce al pleno “negarse a sí mismo”. Dejar de ser los dueños y señores de nuestras vidas; y permitir que Dios, quien nos conoce mejor que nosotros mismos, decida por nosotros, ya que Él sabe muy bien qué es lo que más nos conviene.

¿Por qué temes tomar la cruz que conduce al Reino? En la cruz está la salvacion, en la cruz está la defensa contra las enemigos, en la cruz hay una infusión de suavidad sobrenatural, en la cruz está la forteleza del alma, en la cruz está el gozo del espíritu, en la cruz está el compendio de todo virtud y en la cruz está la perfección de la santidad. ¿Entregarle a otro(a) el control de MI vida?, ¡No! La naturaleza humana es así; aunque estemos en las peores circunstancias, queremos seguir siendo los dueños de nuestra vida. Pero si contestó afirmativamente, entonces usted confía en su Señor; usted está“negándose a sí mismo”. Ahora sólo le falta tomar su cruz y seguir a su Salvador. En Colosenses 1:21 ; “En otro tiempo ustedes, por su actitud y sus malas acciones, estaban alejados de Dios y eran sus enemigos”. Sólo en la cruz hay salvación para el alma y esperanza de vida eterna. Jesús, siendo el Hombre y Dios a la vez, para sanar a toda la humanidad, debió haber tenido en cuenta que en su humanidad debería caber toda la humanidad presente, pasada y futura. Dicha humanidad tenía las no gratas características de ser vil, ruin, perversa, malvada y otras “preciosidades” de este tipo (Jeremías 17:9). En realidad el pecado de la humanidad, la muerte anunciada desde el jardín del Edén, creció enormemente y existía la necesidad de destruirla para volver a ser la humanidad que había sido planeada desde antes de la creación de todas las cosas, una humanidad santa y sin mancha en el Hombre-Dios: Cristo Jesús.

Así que Jesús hizo morir todo pecado, toda maldad, toda perversidad, toda depravación de la humanidad en su propio cuerpo humano finito y frágil, fácil de destruir y escogió el instrumento más perverso de aquella época y quizá de todas las edades: la cruz, destinado para los delincuentes más perversos, un instrumento vergonzoso y repulsivo. Porque si mueres con él, también con el vivirás, y si eres compañero de la pena, tambien lo serás de la gloria. ¡Esa es su cruz! Llevarla con dignidad como Cristo la llevó puesto que su propósito era más importante que vivir las delicias de esta vida, y nuestro propósito es regresar a casa, de donde salimos con la finalidad de volver santos y sin mancha en Jesús.