miércoles, 17 de septiembre de 2014

Si soy adultero es por que soy un Pecador.

 El Adulterio es Pecado - La Biblia es muy clara en que cualquier forma de adulterio es pecado, aún si ambas personas en un matrimonio están de acuerdo con él. 1ra de Tesalonicenses 4:3-5 dice: "Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación: que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios." El adulterio también incluye "intercambiar" o añadir compañeros sexuales. El adulterio es una conducta manifestada por un acto desleal donde se demuestra un total desamor por el cónyuge y una atracción física descontrolada que conlleva a una relación sexual ilícita entre un hombre y una mujer en la cual uno de ellos es casado y la otra persona no es su cónyuge. Conducta que no es aceptable para la vida en sociedad. El cristianismo en general, considera el adulterio como el mas abominable de los pecados y es una conducta condenada por Dios, tal como se manifiesta en las escrituras:
José no quiso cometer este gran mal, y pecar contra Dios, Gén. 39:9 (7–12). No cometerás adulterio, Éx. 20:14. Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón, Mateo 5:28. Ni los fornicarios ni los adúlteros heredarán el reino de Dios 1 Cor. 6:9–10. A los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios, Heb. 13:4. El adulterio es el más abominable de todos los pecados, salvo el de derramar sangre inocente o el de negar al Espíritu Santo, Alma 39:3–5. El que cometa adulterio y no se arrepienta, será expulsado, DyC 42:23–26. Si alguien comete adulterio en su corazón, no tendrá el Espíritu, DyC 63:14–16. Los dos eran salvos cuando se casaron y por la razón(es) que fuese(n) simplemente no pudieron resolver sus diferencias, y los corazones terminaron rechazando la razón, resultando en la disolución del matrimonio. Ahora ambos se volvieron a casar y no hay duda alguna de que se ha cometido pecado,a los ojos de Dios el adulterio, como cualquier otro pecado, sí puede ser perdonado. Pero tiene que haber un arrepentimiento sincero, de corazón. El Catecismo de la Iglesia aclara, siguiendo las Escrituras, que a Dios le desagradan los divorcios.Catecismo 2382 : El Señor Jesus insiste en la intención original del Creador que quería un matrimonio indisoluble, y deroga la tolerancia que se había introducido en la ley antigua.
Entre bautizados católicos, " el matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano ni por ninguna causa fuera de la muerte" CIC 2384 :Si el marido, tras haberse separado de su mujer, se une a otra mujer, es adúltero, porque hace cometer un adulterio a esta mujer; y la mujer que habita con él es adúltera, porque ha atraído a sí al marido de otra.

Vivir una sociedad nueva es la vida de jesus.

 Hablar de “justicia” resulta siempre complicado. Abordar este tema desde la óptica de 
San Pablo es todavía más difícil, pues se trata de un concepto fundamental en la teología 
del Apóstol, que incluye muchos aspectos, sobre todo de orden salvífico. Siendo ésta la 
directriz fundamental de la enseñanza paulina, surge la pregunta: Entonces, ¿qué implica 
la justicia que trata el maestro de los gentiles? Para el cristiano, la justicia, es una condición donde cualquier pueblo está llamado a vivir para ser próspero y feliz, y esta no puede venir más que de Dios para aquellos que se conviertan, es decir, que se abran a acoger el don de la justicia.
La justicia es fruto del Espíritu presente en el hombre y se expresa en amor, paz, gozo, longanimidad, bondad, benevolencia, confianza, mansedumbre, dominio de sí mismo. Tanto a nivel individual como en cuanto comunidad cristiana en el mundo. Ante todo formando una comunidad que vive la justicia es como los cristianos hacen que reine la justicia de Dios en el mundo.
Abordar el concepto de justicia en el Antiguo Testamento, es una tarea rica y complicada. 
Muchas veces el término dikaiosu,nh (dikaiosýnê) con significados variados y 
diversos. 
Abarca, entonces, la justicia conmutativa 
y distributiva, pero también incluye, como en una paradoja, el juicio y la misericordia. 
Lo dicho para el Antiguo Testamento vale también para el Nuevo. Éste usa 
varios términos para hablar de justicia: dikai,wma, pero es ciertamente dikaiosu,nh, la que 
ocupa el lugar preponderante, incluso desde el punto de vista cuantitativo.La justicia significa también "paz" es decir, integridad y plenitud saludable de la coexistencia y el entendimiento entre las personas, porque si hay justicia, hay paz y donde reina la injustica siempre hay conflictos. Tanto la justicia como la paz son don de Dios, inseparables la una de la otra: "Amor y Verdad se han dado cita, Justicia y Paz se abrazan” (Salmos 85,11). Dios es capaz de hacer brotar la paz y la justicia, es decir, de instituir una sociedad nueva, es así como el sabio reza: “la Verdad brotará de la tierra, y de los cielos se asomará la Justicia. El mismo Señor dará la dicha, y nuestra tierra su cosecha dará; La Justicia marchará delante de él, y con sus pasos trazará un camino. (Salmos 85, 13-15) En los evangelios, fuera de Mateo, la noción de “justicia” tiene lugar sólo en Lc 1,75 y en 
Jn 16,8.10. 
Lucas, quien había dicho que Isabel y Zacarías eran “justos ante Dios” ( 1,6), en el 
sentido de que ellos llevaban una conducta irreprochable, en 1,75 habla de servir a Dios 
libres de temor, con santidad y justicia, lo que indica un estado de disposición ante el 
mismo Dios. Aunque en primero lugar el servicio al que se refiere, es “cultual”, como lo 
indica el verbo latreu,ein (latréuein), de modo que una vez arrancado el pueblo de 
las manos de sus enemigos puede dar culto a Dios, sin embargo, por analogía debe 
extenderse al modo de ser y de comportarse característico del pueblo de Dios 
. Por tanto, 
si bien el campo semántico del binomio “santidad y justicia” es cultual, una vez 
rebasando este ámbito original, la formulación como tal constituye una manera de 
expresar el servicio adecuado y genuino a Dios en cualquier ámbito y circunstancia. 
Por su parte, en los textos juánicos Jesús habla del Paráclito como abogado que 
establecerá la culpabilidad del mundo en materia de “pecado”, de “justicia” y de “juicio”. 
El término “justicia” tiene lugar en un discurso de Pedro (10,35) y otro de Pablo (17,31). 
La argumentación de Pedro se basa en la fidelidad y rectitud que Dios espera de todos y 
cada uno cuando se presenta como juez. Exige a todos el cumplimiento de su voluntad; 
por eso ante él, tan justo es el pagano que vive en la rectitud, como el judío fiel. Sin 
embargo este pasaje puede suponer que el cumplimiento de la ley también es posible para 
el no judío, lo que constituye un principio judeocristiano. Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad, (Proverbios 8, 20). Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo. (1 Juan 3,7)
¿Cómo puedo vivir una vida santa? ¿Cómo puedo caminar por la senda que Dios ha escogido para mí, la senda de santidad y santificación? “Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación” (1 Tesalonicenses 4:3). Estas preguntas son importantes y han sido respondidas en al menos dos maneras distintas. Algunos insisten en que la regla de vida del creyente es la LEY. Cuando dicen “LEY”, se refieren en especial a la ley moral de Dios como es expuesta en los Diez Mandamientos. ¿Cómo he de vivir? Su respuesta sería ésta: “Debo vivir por la ley de Dios. Debo vivir por los Diez Mandamientos. Esta es mi regla de vida. La clave para vivir la vida cristiana y la clave para andar en santidad es tratar de obedecer la santa ley de Dios, especialmente los Diez Mandamientos, que el Señor Jesús resumió en dos grandes mandamientos: amar a Dios con todo tu corazón y amar a tu prójimo como a ti mismo”. Compare Mateo 22:36-40. Esto suena muy bien, pero el problema simplemente es el siguiente: Mientras más tratamos de guardar la santa ley de Dios, tanto más fracasamos. Aún como creyentes regenerados, no podemos, con nuestras fuerzas, elevarnos a la altura de la medida de la perfecta justicia de Dios. El problema no radica en la ley, porque “la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12). El problema está en el creyente: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Romanos 7:18). Son muchos los fragmentos de las Sagradas Escrituras donde leemos la palabra justicia, lo que nos hace preguntarnos: ¿Quiénes son los verán a Dios? Y la respuesta siempre es clara; “los que han sido justos”. Dice el profeta Isaías: “El que anda en justicia y habla con rectitud; rehúsa ganancias fraudulentas, se sacude la palma de la mano para no aceptar soborno…..Ese morará en las alturas, subirá a refugiarse en la fortaleza de las rocas, se le dará su pan y tendrá el agua segura”. (Isaías 33, 15-16). A todos nos encanta utilizar esta palabra “justicia” y desde siempre, tanto como para reclamar justicia, como para hablar de ella, y hemos descubierto por nuestra propia cuenta cuán grande es, mucho más de los que son los hombres, más que toda la realidad de nuestra vida, pero lo increíble, es lo difícil que resulta conseguirla de nosotros mismos

lunes, 1 de septiembre de 2014

Cenizas de difuntos no deben esparcirse luego de la cremación.

 Cenizas de difuntos no deben esparcirse luego de la cremación. Es contrario a la fe cristiana                                                                                                                          
                                                                                                                                                                    La Conferencia Episcopal Italiana, en su segunda edición del libro: "Rito de Exequias", publicado por la Librería Editrice Vaticana, en Marzo de 2012, nos explica y detalla el procedimiento que debemos llevar sobre todo en la cremación de los difuntos. El texto introduce nuevas oraciones y algunos cambios en los textos bíblicos y rituales. También se destacó la inclusión de un apartado especial referido a las cremaciones, con indicaciones pastorales concretas que incluyen el depósito final de las cenizas en un cementerio y no autorizan que se esparzan o se conserven en otros lugares. El acto se llevó a cabo en la sede de Radio Vaticano y fue presidido por el Secretario de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), Mons. Domenico Pompili.

Los católicos no deben esparcir las cenizas de un difunto luego de ser cremado, ya que esa práctica, muy de moda actualmente, es contraria a la fe cristiana. Las cenizas deben ser enterradas.

Esta publicación tiene mucha importancia en una época que intenta con torpeza ocultar el hecho de la muerte, según explicó Mons. Pompili.

"La muerte de hecho se elimina del horizonte de la vida cotidiana, incluso desde el punto de vista de la percepción, mientras que prolifera su espectacularización".El obispo criticó en este sentido que las familias no acompañen a los ancianos y enfermos terminales en el momento de su fallecimiento, o que no se permita a los niños ver el cuerpo de sus abuelos. El mundo es, entonces, "analfabeta y mudo frente a un evento que es, sin embargo, parte de la vida", afirmó.

Mons. Angelo Lameri, miembro de la Oficina Nacional de Liturgia de la CEI, expuso las novedades de esta edición del Rito de Exequias. Un momento de visita a las familias, que no se contemplaba anteriormente, permitirá a los sacerdotes "compartir el dolor, escuchar a los familiares afectados por el luto, y conocer algunos aspectos de la vida de la persona difunta con el fin de ofrecer un recuerdo correcto y personalizado durante la celebración de las exequias", explicó. El prelado también comunicó la introducción de nuevas oraciones que se adaptan a diversas circustancias, "para una persona mayor, para una persona joven, para una persona que murió de repente y así sucesivamente".

El cambio más notable es, posiblemente, un apéndice que trata especialmente las exequias en caso de cremación. En estos casos, el texto señala que "la cremación se considera concluida cuando se deposita la urna en el cementerio". Mons. Lameri explicó que el Rito no admite que las cenizas sean esparcidas o se conserven en lugares diferentes: "estas prácticas producen no pocas preocupaciones sobre su plena coherencia con la fe cristiana, sobre todo cuando remiten a concepciones panteístas o naturalistas".

El obispo señaló que la práctica de la cremación es aceptada por la Iglesia, siempre que no se realice como signo de desprecio a la fe, pero recordó que "la sepultura del cuerpo de los difuntos es la forma más adecuada para expresar la fe en la resurrección de la carne, así como para favorecer el recuerdo y la oración de sufragio por parte de familiares y amigos".

Monseñor Alceste Catella, presidente de la Comisión Episcopal para la Liturgia de la CEI, afirmó finalmente que:

"Este libro atestigua la fe de los creyentes y el valor del respeto y de la piedad hacia los difuntos, el respeto por el cuerpo humano incluso cuando ya no tiene vida. Testimonia la fuerte exigencia de cultivar la memoria, de tener un lugar cierto en el cual deponer el cadáver o las cenizas, en la certeza profunda de que ésto es auténtica fe y humanismo auténtico"

El gran apologista de EWTN.com. el Sr. Frank Morera, nos explica de una forma muy sencilla lo que el acto de esparcir las cenizas significa:

"La cremacion se permite, el esparcir las cenizas, NO. Los cristianos creemos en la Resurrección y ese es el símbolo de los cementerios, esto es, que un día nos levantaremos del sepulcro con cuerpos gloriosos. Somos un Pueblo de Esperanza, esparcir las cenizas es una práctica pagana de los que creen en la reencarnación y para quienes el cuerpo no significa nada. Puedes ser cremado o cremada, pero tus cenizas deben de esperar el día de Gloria en el sepulcro. Para nosotros los Católicos la muerte no es el final."

Historia y fundamento

A pesar de que era la costumbre en el mundo pagano los cristianos rechazaron la incineración por su creencia en la resurrección del cuerpo. Por muchos siglos la Iglesia prohibió la incineración porque estaba asociada culturalmente con el rechazo a la fe en la vida eterna. La prohibición terminó en 1963 y en el nuevo código canónico se permite la incineración mientras no sea hecha por razones contrarias a la fe Cristiana. (Cf. Canon 1176.3).

"La Iglesia permite la incineración cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrección del cuerpo" CIC 2301.Aunque la Iglesia claramente prefiere y urge que el cuerpo del difunto esté presente en los ritos funerales, estos ritos pueden celebrarse también en presencia de los restos incinerados del difunto. Cuando por razones válidas no es posible que los ritos se celebren en presencia del cuerpo del difunto, debe darse a los restos incinerados el mismo tratamiento y respeto debido al cuerpo humano del cual proceden. Este cuidado respetuoso significa el uso de un recipiente digno para contener las cenizas; debe expresarse en la manera cuidadosa en que sean conducidos y en el sitio de su colocación final. Los restos incinerados deben ser sepultados en una fosa o en un mausoleo o en un columbario (nicho).

La práctica de esparcir los restos incinerados en el mar, desde el aire o en la tierra, o de conservarlo en el hogar de la familia del difunto, no es la forma respetuosa que la Iglesia espera y requiere para sus miembros. (Orden de Funerales Cristianos, Apéndice No. 2, Incineración, No. 417)

DIOS ES NOVEDAD PARA EL HOMBRE.

Dios siempre es una novedad para el hombre, y en análoga pero más intensa medida, el hombre es siempre una novedad para sí mismo. Dios nos ha hablado de una vez para siempre en Cristo, y esta palabra de Cristo es un hontanar inagotable de vida. Para que vayamos bebiendo en ella y saciemos nuestra sed a lo largo de los siglos en sus corrientes vivas, nos ha dejado el Espíritu Santo, el cual, recordándonos y actualizándonos aquella palabra única de Cristo, nos va llevando a la verdad completa, verdad que por tanto de alguna forma va naciendo en la historia en la medida en que los cristianos, mientras leemos los signos de los tiempos, descubrimos la plenitud del misterio de Cristo. Esperanza y gozo que van unidos con una mirada lúcida y cristiana para distinguir cuándo es el Espíritu de Jesús el que habla a través de los tiempos y hombres nuevos, o cuándo es el espíritu de los hombres el que quiere hacer pasar sus tenebrosidades y egoísmos por palabra y verdad supremas. En el marco de una sociedad configurada durante siglos por la experiencia 
cristiana que está dejando o ha dejado de ser su fuente inspiradora, la pregunta por lo 
nuevo del cristianismo tiende a derivar inconscientemente hacia realidades segundas 
porque lo que parece evidente es que el cristianismo es lo antiguo, la forma de la que 
uno se desprende, el lugar del que se parte para alcanzar lo nuevo, y no una realidad que 
sorprende en su creación de novedad. Sin embargo, la experiencia cristiana tiene que ver con la irrupción de lo 
escatológico en el mundo y, por tanto, con su último destino que como tal es siempre el 
futuro de cualquier presente de la historia. Esto quiere decir que el cristianismo acoge 
en su interior una realidad paradójica que es la de vivir a la vez de un acontecimiento 
antiguo, superado temporalmente por la historia que es la vida de Cristo y la celebración 
de la presencia actual de esa porción de tiempo y espacio que es su existencia misma en 
un futuro eterno, pleno, consumado… que llama a vivir no solo del pasado sino de la 
coincidencia con este futuro que ha de dar forma definitiva a toda la realidad .El Papa Francisco ha indicado que la libertad cristiana está en la "docilidad a la Palabra de Dios". Por ello, el Santo Padre ha subrayado que debemos estar siempre preparados a acoger la "novedad" del Evangelio y las "sorpresas de Dios". el Papa ha exhortado a tener una actitud de "docilidad". La Palabra de Dios - ha insistido - es viva y por eso viene y dice lo que quiere decir: no lo que yo espero que diga o lo que me gustaría que dijera. Asimismo ha observado que es una Palabra libre y también un sorpresa porque "nuestro Dios es un Dios de las sorpresas". Nosotros debemos buscar siempre adaptarnos, adecuarnos a esta novedad de la Palabra de Dios, estar abiertos a la novedad. Saúl, elegido de Dios, ungido por Dios, había olvidado que Dios es sorpresa y novedad. Se había olvidado, se había cerrado en sus pensamientos, en sus esquemas, y así ha razonado humanamente". La Biblia no tiene autoridad científica para decir "cómo" apareció 
el universo, pero sí tiene autoridad moral para decimos "por qué y para qué" existe el mundo 
y la vida. a) La primera enseñanza que nos transmite el relato de la creación. b) La segunda es que todo lo que existe es un don y un regalo de Dios y debe 
desarrollarse siempre al servicio de la vida c) La tercera enseñanza nos dice que todo lo creado es bueno porque procede de Dios. En el 
origen del universo y de la vida está el amor de Dios que se derrama sobre todas las 
criaturas............ "Si pues han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Fijen su mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque ustedes son muertos [al pecado], y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, se manifestará, entonces ustedes también será manifestados con El en gloria." Colosenses 3:1-4,Un anuncio renovado ofrece a los creyentes, también a los tibios o no 
practicantes, una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora.
En realidad, su centro y esencia es siempre el mismo: el Dios que 
manifestó su amor inmenso en Cristo muerto y resucitado. Él hace a sus 
fieles siempre nuevos; aunque sean ancianos, «les renovará el vigor, 
subirán con alas como de águila, correrán sin fatigarse y andarán sin 
cansarse» (Is 40,31). Cristo es el «Evangelio eterno» (Ap 14,6), y es «el 
mismo ayer y hoy y para siempre» (Hb 13,8), pero su riqueza y su 
hermosura son inagotables. Él es siempre joven y fuente constante de 
novedad. La Iglesia no deja de asombrarse por «la profundidad de la 
riqueza, de la sabiduría y del conocimiento de Dios» (Rm 11,33). Decía san 
Juan de la Cruz: «Esta espesura de sabiduría y ciencia de Dios es tan 
profunda e inmensa, que, aunque más el alma sepa de ella, siempre puede 
entrar más adentro». O bien, como afirmaba san Ireneo: (Cristo), en su 
venida, ha traído consigo toda novedad».8 Él siempre puede, con su 
novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunque atraviese 
épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca 
envejece. Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los 
cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante 
creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar
la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos 
creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras 
cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda
auténtica acción evangelizadora es siempre «nueva». Si bien esta misión nos reclama una entrega generosa, sería un error 
entenderla como una heroica tarea personal, ya que la obra es ante todo de
Él, más allá de lo que podamos descubrir y entender. Jesús es «el primero y 
el más grande evangelizador». En cualquier forma de evangelización el 
primado es siempre de Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e 
impulsarnos con la fuerza de su Espíritu. No hay nada nuevo debajo del sol, es entendido malamente por personas que parecen doctas, y son miopes de la novedad. No piensan n¡discurren n¡ven que los rayos del sol constantemente se renuevan, y son, por consiguiente, nuevos cada día y aún cada instante. Cuando amanece por el balcón de la aurora, presenta cada mañana nuevo disfraz de luces, ninguna de las cuales alumbró en el anterior día. Todas son nuevas.
De manera infinitamente más elevada sucede con Dios, hermosura siempre antigua y siempre nueva (S. Agustín), inagotable en novedades perpetuas, que hacen las delicias de los bienaventurados. Y como el Evangelio es la manifestación verbal de Dios, donde Dios se halla verbalmente contenido, participa de la divina novedad, inagotable sí) sí e inagotable a la percepción sensible y discursiva de los hombres. El Evangelio es una novedad perenne, porque Dios está en él y en él se manifiesta, se nos descubre y se nos revela. 
Por tanto, nos incita a que nos vistamos del nuevo hombre añadiendo que «s¡alguno (está) en Cristo, ya es una nueva criatura»
Renovación universal, investición del hombre nuevo que es según Dios, vida en Cristo equivalente a criatura nueva. Esta es la novedad novísima que Jesucristo Hijo de Dios trajo al intuido en orden a la regeneración, salvación e innovación del género humano.

NUESTRA AYUDA A LOS DEMAS AL NECESITADO.

Pensamiento del Papa Francisco sobre la centralidad evangélica de los pobres y los más pequeños.
Ahora bien, ¿cuál es el contenido y ejercicio propio de la fe para el Papa Francisco? Éstos son las bienaventuranzas y Mateo 25. Ante la pregunta de un joven: «¿Qué tenemos que hacer, Padre?», Francisco responde: «Mira, lee las bienaventuranzas que te van a venir bien. Y si querés saber qué cosa práctica tenés que hacer, lee Mateo 25, que es el protocolo con el cual nos van a juzgar. Con esas dos cosas tienen el programa de acción: las bienaventuranzas y Mateo 25. Y ¿por qué las bienaventuranzas? Porque en ellas está contenida toda la perfección de nuestra vida (tota perfectio vitae nostrae continetur), como ya decía San Agustín. En ellas el Señor nos explica su programa, su promesa y la retribución que Él nos dará, para satisfacer nuestra felicidad, aquello a lo que naturalmente aspiramos con todo nuestro ser y obrar. En suma, ellas explican e indican el camino y el premio final, o sea la recompensa de Dios que es en lo que consiste la verdadera felicidad. Felicidad a la cual todos aspiramos pero sólo merecen los que siguen y persiguen con perseverancia en el ejercicio concreto de su vida las Bienaventuranzas. Por ello, como Moisés puso por fundamento los mandamientos, así Cristo promulgó ante todo las beatitudes que son la síntesis, reducción y proyecto de toda la vida cristiana. ¿por qué las bienaventuranzas? Porque en ellas está contenida toda la perfección de nuestra vida, como ya decía San Agustín. En ellas el Señor nos explica su programa, su promesa y la retribución que Él nos dará, para satisfacer nuestra felicidad, aquello a lo que naturalmente aspiramos con todo nuestro ser y obrar. En suma, ellas explican e indican el camino y el premio final, o sea la recompensa de Dios que es en lo que consiste la verdadera felicidad. Felicidad a la cual todos aspiramos pero sólo merecen los que siguen y persiguen con perseverancia en el ejercicio concreto de su vida las Bienaventuranzas. Entre paréntesis, en esta visión nuestro Papa no sólo está inspirado en Francisco de Asís, sino también es muy de San Ignacio, que había ya entendido una cierta alma perversa del capitalismo moderno. Recordemos la meditación central de los Ejercicios Espirituales sobre las Dos Banderas: o eliges estar al servicio de Cristo o bajo el bando y el imperio de Mammona iniquitatis. Es más, San Ignacio, enseña allí también que Lucifer da instrucciones a los demonios a que primero hayan de tentar de codicia de riquezas, para que más fácilmente vengan a caer en el vano honor del mundo y de allí a todos los demás vicios. Así, otros muchos buscan el dinero no sólo por sí mismo sino también para satisfacer el propio capricho. No sé si han observado que en general es característico de los multimillonarios ser caprichosos. Ya lo subraya el Eclesiástico: «Es feliz quien vive como quiere» (Eccle. 3, 12). Estas dos falsas opiniones sobre la felicidad humana, aquella que se asienta en el dinero y aquella que se propone seguir el propio capricho, llevan a la corrupción, que según el Papa Francisco es hija de Satanás. Más aún, la corrupción es el Anticristo mismo, porque ésta produce estructuras de pecado que corrompen el mundo con formas de criminalidad nunca vistas.el Papa Francisco considera central, tal como lo es el consejo del mismísimo Cristo sobre la pobreza: «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos» (Mt 5, 3). San Lucas, el amigo de los marginados del imperio romano, es más neto: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!» (Lc 6, 20). A los que piensan que al reino de los cielos se puede llegar por la vía de las riquezas, mediante las cuales se obtienen también las máximas dignidades de este mundo, el Señor, sí, promete el Reino que comprende las riquezas y dignidades, pero por la vía opuesta, que es la de la pobreza y el servicio. No se trata de dominar sino de servir. «Felices los pobres». ¿Pero quiénes son los pobres realmente? Ante todo, son los humildes que se estiman pobres. En verdad, aquellos que son verdaderamente humildes, se reconocen pobres no sólo de las cosas exteriores sino también de las realidades interiores. Hoy hay injusticia evidente en muchos países, sobre todo en aquellos que no tienen raíces cristianas y católicas, pero si uno considera el mundo como un todo, o sea en sentido global, hay una evidente injusticia internacional donde los países más ricos se aprovechan de los más pobres con la prepotencia de “o esto o nada”. Hoy hay injusticia evidente en muchos países, sobre todo en aquellos que no tienen raíces cristianas y católicas, pero si uno considera el mundo como un todo, o sea en sentido global, hay una evidente injusticia internacional donde los países más ricos se aprovechan de los más pobres con la prepotencia de “o esto o nada”.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE.

Dios te da a escoger entre la vida y la muerte Dios te da a escoger entre la vida y la muerte, y es por ello que depende de nosotros, de nuestras acciones y decisiones si tenemos éxito o no.
Creer en Dios es creer que existe una diferencia entre el bien y el mal, entre lo santo y lo impuro.
Creer en Dios es reconocer que no podemos llamarle bueno a lo que es malo y que no cada quien puede vivir como quiera y que no hay problema.
Precisamente Dios dice he aquí que yo pongo el bien y el mal delante de ti, escoge pues ente la bendición y la maldición, entre la vida o la muerte.
Vivo en un mundo donde escucho a las personas hablar sin temor de Dios, como que todo esta bien y eso es precisamente lo que dice la Biblia cuando dice que la Luz vino al mundo pero que mas amo el mundo a las tinieblas que a la Luz; o sea, que aunque es cierto que muchas personas aman a Dios, prefieren una vida de pecado, que una vida de buscar lo correcto y agradable delante de los ojos de nuestro Padre Celestial.
No se puede vivir una vida de borracheras, orgías, el tener sexo solo por el mero placer sin importar quien sea la persona, el vivir así es vivir amando el pecado, amando las tinieblas y siendo enemigo de Dios.
El cristiano necesita tener la convicción bíblica en su corazón y aun cuando cometa errores, no puede vivir practicando esos errores como algo normal. El cristiano necesita vivir su vida bajo un código moral diferente al mundo.
El cristiano necesita sentir compasión por los demás, aun cuando estos no sean familia del mismo. Hay bromas que no se hacen entre amigos. Hay palabras de amor y cariño que solo se le deben decir al esposo o esposa y no a cualquiera, porque eso se llama respeto hacia el conjugue.
La homosexualidad o bisexualidad no es un estado de vida agradable a Dios, todo lo contrario, la Biblia dice claramente que es abominación a SOY EL QUE SOY y fue por ese pecado principal que Dios destruyo a Sodoma y Gomorrah.
El cristiano si juzga el pecado, mas ama al pecador, pero llamandolo a un arrepentimiento. El cristiano si juzga el pecado. El cristiano no dice bueno yo en eso no me meto, porque el cristiano no puede vivir una vida tibia, porque dice la Biblia que al tibio, aquel que no esta definido en sus convicciones morales, Dios lo vomitara de su boca.
Si existe un cielo y si existe un infierno. Si existe una vida eterna al lado de Dios y si existe una vida eterna de condenación.
Cambiemos nuestras actitudes, eso se llama arrepentimiento. Leamos la Biblia y aprendamos de ella lo que Dios llama bueno y lo que Dios llama malo.
Medita en esto, Dios pone delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición, solo tu sabes cual verdaderamente es tu decisión.