lunes, 26 de enero de 2015

! Por que tanto te afanas por ser Famoso.!

¿De qué sirvie la fama, la riqueza, la juventud y la belleza?
Nació para triunfar, pero murió en la derrota. Una tarde soleada de sábado, cuando muchos de sus amigos y conocidos en el mundo artístico, se aprestaban a salir a disfrutar un día más de fiesta en un mundo rodeado de glamour, riqueza y trivialidad. Un final abrupto, absurdo, sin pensarlo. Emoticono heart
Si nuestra vida no está
afincada en Dios, tenemos algo
seguro: la eternidad en perdición...
"El mayor demonio soy yo. Puedo ser mi mejor amiga o mi peor enemiga”, dijo Whitney Houston al referirse a su adicción a la cocaína, marihuana y las píldoras En la Biblia encontramos a grandes hombres de Dios, reconocidos y famosos, como Isaías un gran profeta, David uno de los grandes reyes, Jeremías el profeta llorón, Moisés el gran libertador, Josué el gran caudillo, Job, Calet, Noe, Enoc, Salomón, etc. Dentro de los apóstoles mencionados por Marcos hay uno que no tiene fama lo hemos dejado quizás hasta en el anonimato, su verdadera identidad cuesta mucho identificarlo. Ese apóstol mencionado por Marcos es Tadeo. Quizás usted dirá, ¿Ese nombre es bíblico? Está en el Antiguo Testamento o Nuevo Testamento? “No sabía que existía un apóstol llamado Tadeo. 
Este apóstol muchos de nosotros lo hemos pasado desapercibido, lo hemos tenido en el anonimato y hasta en el olvido y sin ningún interés de conocer de él, en varias ocasiones hemos pasado al lado de este apóstol y ni siquiera nos hemos dado cuenta que él está ahí. No tuvo fama pero es registrado en la Biblia como uno de los apóstoles que fue escogido por Cristo y que alcanzo su salvación. Marcos lo identifica como el apóstol Tadeo, pero cuando nos vamos al evangelio de Mateo encontramos que su verdadero nombre es Lebeo pero que le decían de sobre nombre Tadeo (Mateo 10: 3), Lucas en su evangelio así como en su libro de los Hechos de los apóstoles le nombra como "Judas el hermano de Jacob" (Lucas 6: 14 – 16; Hechos 1: 13), y Juan lo llama Judas no el Iscariote (Juan 14: 22). Es por eso que en ocasiones usted habrá escuchado de Judas Tadeo que es hablar del mismo apóstol.
Este apóstol aparece en la Biblia de diferentes maneras, a veces como Lebeo, otras como Tadeo y de repente como Judas. Por esta razón muchos de nosotros lo hemos pasado por alto, pensando que son tres personas diferentes, pero la realidad es que se está hablando del mismo apóstol.
Quizás la gran mayoría le pasamos por alto, pero no el que le llamó, su trabajo realizado le fue tomado en cuenta aunque nunca lo reconocieron. Es posible que esa sea su condición como creyente, nadie se fija en usted, pero creo firmemente que no es así con su Dios, El reconoce todo su trabajo, esfuerzo y dedicación que usted hace.
En la actualidad hay una terrible carrera por querer ser famoso. Muchas personas ingresan en los centros de estudios -lo cual no está mal- con la visión de querer sobresalir en la sociedad, ser renombrado y reconocido ante los ojos de los hombres. Pero cuando la fama comienza a llegar a la vida de las personas, éstas se enaltecen, y hasta se olvidan de donde salieron.
El rey Salomón era un hombre sabio y rico, como ninguno en su época, cuando estaba sentado en su trono nadie podía irrumpirle si no era llamado por él. Cuando llamaba a alguien, esa persona tenía que llegar agachada y con porte reverente, no podía verle a la cara, al irse debía hacerlo de la misma forma como entró.
Un día su madre, Betsabé, irrumpió sin ser llamada y sin porte reverente, al verla Salomón bajó de su trono y salió a recibirla, con reverencia, ya que ella no era cualquier persona, sino su madre. Sin embargo, muchos, algunos hasta llamados creyentes, se olvidan de la mujer que los trajo al mundo, tal parece que salieron de una cantera.
Dios ha bendecido a algunos, luego de que no han tenido bienes materiales, los ha prosperado, les ha provisto de casas, carros, profesión, títulos, cuenta bancaria y buena ropa; pero luego de recibir estas bendiciones, empiezan a cambiar, ya no son los mismos de antes, ya no hablan como antes, ahora son orgullosos, altivos, tratan de menos a aquellos que no han alcanzado sus mismos logros, logros que Dios por misericordia les ha dado, e incluso consideran ignorantes a aquellos que no piensan como ellos.
Se cumple en ellos lo que enseña la Palabra de Dios: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” Proverbios 16:18. Un futbolista muy reconocido expresó en una ocasión, que él era más famoso que Jesucristo, porque él había ido a muchos países donde no habían escuchado de Jesús, pero si habían escuchado sobre él. Esto es uno de las claras consecuencias de los peligros de la fama.
La Biblia nos cuenta que Dios había decidido destruir a Sodoma y Gomorra. Y es que Él siempre nos da la dirección precisa para nuestras vidas, pero el hombre se afana por seguir su propio juicio. Si Dios le dice que corra al monte es porque usted puede llegar, no importa cuán difícil parezca la encrucijada. Cuando el hombre corre en su propia voluntad, Dios permite que le sucedan muchas cosas. El que guía un carro no suelta el timón, porque el carro busca salirse de la carretera y por lo tanto necesita un chofer que lo dirija a su destino. Las corrientes de los aires, quieren desviar los aviones, la corriente de los mares quieren desviar los barcos, el diablo quiere sacar al creyente de su ruta y de su santidad; por eso hay que buscar al Señor, porque Él nos va dando el mejor rumbo a seguir para nuestras vidas.
El único que conoce el camino al Cielo es el Espíritu Santo, por ello Dios lo dejó aquí en la tierra, para que nos guiara hacia la justicia y la verdad, para que lo cojo de nosotros no se salga del camino. El libro de Isaías nos dice que, éste es un camino de santidad, para que ni el más torpe se aparte. No es camino de mucho saber, sino de mucho obedecer. Todo el que busca a Dios de todo corazón prospera espiritual, moral y materialmente. Dios prosperó a Uzías, y le dio fama. Uzías se engrandeció en gran manera, además tenía un cuerpo de ingenieros buenísimos, pues fue el primero que diseñó las lanzas, fabricó máquinas que lanzaban piedras, y llegó a no confiar en Dios, porque el diablo le hizo creer que ya era popular, famoso. Cuando esto sucede, se está muy ocupado y no se tiene tiempo para orar, ni para consagrarse. Como dice en 2 Crónicas 26:16 “Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina...”
Debemos estar muy claros con Dios, en que no merecíamos su sacrificio, lo que sí teníamos muy merecido era la condenación, puesto que Dios no estaba obligado a salvarnos; ya que Él no nos hizo pecadores, sino que el mismo hombre se hizo pecador.
Tal como dice la Palabra: “Por gracia sois salvos y esto no de vosotros, pues es un regalo, un don de Dios”. Dios no nos deja en el olvido a su tiempo nos dará lo que merecemos así como muchos hombres de Dios mencionados en la Biblia, ejemplo: David estaba en olvido, entre las ovejas. Jesús nació en Belén una de las más pequeñas ciudades de Judá. Juan el Bautista estuvo en un solitario desierto. Jonatán gano una gran batalla contra los filisteos, junto a su siervo que nunca se registro su nombre. El siervo de Jonatán perdió la fama terrenal; pero gano la celestial. La fama terrenal se acaba; pero la celestial perdura para siempre.
En cambio, Cristo nos dio un verdadero ejemplo de lo que es vivir en integridad, ya que su fama se extendía por todos lados, pero Él se conservaba humilde, enseñándonos que se podía ser famoso y guardarse para Dios, en integridad y en humildad. 
Recuerden siempre los peligros de la fama. No crean que han llegado donde se encuentran, por su inteligencia, ni por su fuerza; no permitan que el diablo les enferme los pensamientos, porque la gloria y honra le pertenecen únicamente y siempre a Dios.

BAUTIZADOS TODOS.

 PADRES-PADRINOS. Por el pecado Original cometido y nacidos con el, Dios no nos abandona,si no que se convierte en nuestro Salvador nuestro y formar junto con El la iglesia y sus sacarmentos. Para ser El parte y cabeza de la iglesia catolica y podernos salvar. Dios es nuestro Padre y nos da unos mandamietos y Jesus nos da unos sacramentos, a la iglesia y los sacramentos que nos sirven a todo bautizado y que estos son siete,que se convierten en nuestras promesas bautismales y con ellos a renunciar a todo lo malo y al igual, los dos padrinos y los padres a que practiquen el catolisismo, y hablar de los sacramentos y ponerlos como practica en sus vidas para enseñarselos al recien bautizado.

El Purgatorio.

La doctrina del purgatorio fue proclamada como un dogma de la fe por el concilio de Florencia
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Las almas que llegaron a la muerte en estado de gracia, pero no totalmente purificadas para entrar al Cielo, pasan a un estado de purificación que conocemos con el nombre de Purgatorio. Mito 30: La doctrina del purgatorio fue proclamada como un dogma de la fe por el concilio de Florencia
No hay una sola palabra en la Biblia que enseñe lo del purgatorio. La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. (I Juan 1:7-9; 2:1-2; Juan 5:24; Rom. 8).
"A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero"
Por lo tanto, sería bueno que los autores de esta mitología se aclararan sobre la fecha de la proclamación del dogma., ya que el II concilio de Lyón (1274) afirma que los que murieron en la caridad de Dios "con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de haber satisfecho por ellos con verdaderos frutos de penitencia», son purificados después de la muerte con «penas purgatorias».
(1536) confirmará la doctrina sobre el purgatorio (DS 1820) contra los reformadores, sobre todo Lutero, que excluía toda posibilidad de purificación personal, basándose en que con ello se negaba la eficacia universal expiatoria de la muerte de Cristo. Por lo tanto, nos encontramos ante una tradición protestante más.
No ha de olvidarse que el dato más importante de los primeros siglos (I-IV) es la práctica de los sufragios, como se deduce de las inscripciones funerarias, las actas de los mártires, etc. de la Iglesia antigua.
Por otro lado, los contextos de las citas que coloca el enunciado del mito, ¿contraponen la sangre de Cristo a la purificación del purgatorio? Es decir, si la Biblia, según los protestantes con Lutero a la cabeza no enseña una sola palabra sobre el purgatorio, Esto es precisamente el purgatorio, una purificación que algunos necesitarán para poder disfrutar plenamente de la amistad eterna con Dios.
No es un invento de la Iglesia como lo dicen algunos, sino la clara enseñanza de la Biblia por medio del Apóstol San Pablo que usa la figura de "salir, pagar, castigar o escapar a través del fuego" para enseñar acerca de la purificación.
Así está escrito en todas la Biblias del mundo, en palabras muy similares. A esta realidad que la Sagrada Escritura nos muestra le llamamos purgatorio = purificación. Que esta palabra no venga en la Biblia no nos interesa, pues tampoco viene la palabra "Trinidad" ni "Encarnación" y el protestante las acepta.
¿cómo es que ponen esas citas que no dicen nada sobre el rechazo de una doctrina de la que la Biblia no habla? "Un día se verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea probado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste el fuego, será premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará pero no sin pasar por el fuego". 1Cor 3,13-15. Al seguir estudiando la Biblia sobre este tema, encontraremos que la existencia del purgatorio es una consecuencia lógica de la Santidad de Dios, pues si Él es el tres veces santo(Is 6,3) o sea la plenitud de la santidad y perfección, entonces quienes estén junto a Él también deben de serlo(Mt 5,48), por eso, quien es fiel a Dios, pero no se encuentra en un estado de gracia plena a la hora de morir, no puede disfrutar del cielo porque la misma Biblia dice que en la ciudad celestial:
"No entrará nada manchado (impuro)" Ap 21,27
Entonces, si un cristiano no puede entrar al cielo por tener alguna mancha o impureza, ni tampoco sufrir el castigo eterno, es claro que tendrá que 'pagar' en esta vida o en la otra. Esto está escrito en la Biblia:
"Al que calumnie al Hijo del Hombre se le perdonará; pero el que calumnie al Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro" Mt 12,32.
Sin embargo, la Biblia sí habla, y mucho, sobre el purgatorio. Otra cosa es que no se emplee el término "purgatorio"; pueden llamarlo como quieran si el nombre lo les gusta. La enseñanza de la palabra de Dios y de la Iglesia en consonancia con ella, es clara. a) Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. (CIC N° 1030)
b) La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (Cf. DS 1304) y de Trento (Cf. DS 1820; 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1Co 3, 15; 1P 1, 7) habla de un fuego purificador. (CIC N° 1031)
c) Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó (Judas Macabeo) hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberadas del pecado" (2M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular en el sacrificio eucarístico (Cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos.
(CIC N° 1032)
Las reflexiones que siguen hacen ver que la Biblia sí habla del purgatorio.
Los protestantes suelen acusarnos de que el purgatorio no figura en la Biblia, de que a su decir para la Iglesia católica no consiste sino en una "teología de segunda oportunidad" (o categoría) y un rechazo de la suficiencia del sacrificio propiciatorio de Cristo. Si hemos de sufrir para que nuestros pecados queden completamente purgados, bien puede deducirse que el sacrificio de Cristo no es suficiente".
Cabe decir ante todo que hay muchos malentendidos en lo que revela la Biblia y lo que enseña la Iglesia católica
La Iglesia católica no niega que el sacrificio de Cristo sea suficiente:
La justificación nos fue merecida por la pasión de Cristo, que se ofreció en la cruz como hostia viva, santa y agradable a Dios y cuya sangre vino a ser instrumento de propiciación por los pecados de todos los hombres (NCIC 1992).
El mismo catecismo explica:
"Salvo que elijamos libremente amarle, no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1 Jn 3, 15). Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra ´infierno´".
Esto aclara que no se trata de una teología de "segunda oportunidad"; con todo, los protestantes suelen argüir preguntando en qué parte de la Escritura el cristiano ha de "purgarse de su pecado o imperfecciones".
La Escritura sí habla sobre el concepto y la realidad del purgatorio. El término "purgatorio" no aparece en la Biblia, pero eso no es ningún requisito para la doctrina cristiana: es como decir que como en la Biblia no se dice que Cristo tuviera orejas, de hecho no las tuvo, o que como Pablo no habla de Belén, Cristo no nació ahí. No aparece la palabra Trinidad y todos creemos en ella.
La afirmación de Cristo supone que hay almenos algunos pecados que se pueden perdonar en la otra vida. Si Jesús hubiera querido condenar esta enseñanza, lo habría hecho; en cambio no la modifica, sino que la respeta.
Se podría objetar también que el libro de los macabeos no habla del purgatorio de los católicos porque los personajes de quienes se habla, habrían sido castigados por su idolatría. Es un pecado mortal según la enseñanza católica, y por ese motivo, el lugar para ese pecado no es el purgatorio, sino el infierno.
Sólo Él conoce el grado de culpabilidad de estos pecadores. Algunos pudieron haberse arrepentido antes de morir. Como cristianos, siempre esperamos y siempre oramos. Pero más importante aún es que el texto de Macabeos indica que los judíos creían en un estado en que se encuentran algunos pecadores hasta que se expíen sus pecados.
Jesús es más explícito sobre el purgatorio. no se ha de olvidar que Cristo pronunció estas palabras durante el Sermón de la montaña.
Es el sermón en el que nos habló del cielo,infierno, pecados mortales y veniales . Todo esto indica que el Reino de los cielos es la meta definitiva. Precisamente en medio de este discurso, Cristo dijo: "ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo". Notemos que esta cárcel es un lugar de castigo, donde la reparación se hace por las ofensas cometidas.
Se podría objetar ahora que en los evangelios no hay distinción entre pecados mortales y veniales, y que Cristo no habla de una prisión espiritual después de la muerte sino de una cárcel física antes de la muerte. ¿No nos estará enseñando sólo a vivir sabiamente en esta vida? ¿Acaso no nos aconseja más bien que nos reconciliemos con nuestros enemigos ahora, para que no paguemos las consecuencias de la cárcel luego?
En cuanto a que "cárcel" se refiere a esta vida, ¿qué decir del contexto? Mt 5 versa de la eternidad. Cristo dice que si no amamos a los enemigos, ¿qué recompensa tendremos (v 46)? Luego, conforme continúa el sermón, aclara muy bien que tales recompensas no son de este mundo. Son tesoros en el cielo (6,19) y "recompensas de vuestro Padre que está en el cielo" (6,1). Asimismo, san Juan 20,31 señala que su evangelio se ha escrito para que creyendo "tengamos vida eterna". Ello sugiere que la Escritura ha de verse en el contexto de la total realización en el mundo futuro. Nuestra vida presente es "puro vapor, que hoy aparece y que mañana se marchita" (Santiago 1,17). Así pues, cabe preguntarse por qué han de descubrirse principios eternos en las palabras de Cristo durante el sermón de la montaña menos en este caso.
El contexto es obvio. Jesús está hablando de cosas espirituales, recurriendo a un ejemplo conocido en su tiempo sobre la cárcel, a fin de relacionarlo con una realidad espiritual más profunda. Las parábolas son sus ejemplos más notorios. La "cárcel" es una imgen que resultaba familiar a los oyentes de Cristo sobre la verdad del purgatorio como "estado" (lugar) de castigo tanto temporal como de reparación.
Se podría decir que Jesús se refería al infierno y no al purgatorio, y que la expresión "no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último céntimo" indicaría que de hecho no se puede salir de ahí, pues el precio por el pecado es impagable.
"No se desprecia al ladrón si roba para saciarse cuando tiene hambre; mas cuando es sorprendido, paga siete veces; tiene que dar todos los bienes de su casa"]. En tal caso, se ha de decir que Jesús no era un buen maestro, ya que recurre a dicho ejemplo no para hablar del purgatorio sino del infierno eterno. No dice, de hecho que se trata de un castigo "eterno". Cuando Cristo habla del infierno, se sabe perfectamente que habla del infierno. Así, la mayoría de lo que se sabe del fuego del infierno, se debe a que salió de los labios de Cristo. Y es bastante explícito cuando dice que es "eterno"                  ( Mt 5,24-25). El término griego para prisión "phylake" es la misma que emplea 1Pe 3,19 para describir el sitio al que descendió Jesús tras su muerte para liberar a los espíritus creyentes del AT que lo estaban aguardando.  ¿En 1Cor 3,11-15 se habla de purgar los pecados, pues sólo se habla de probar la obra por el fuego?
Parecería, en efecto, que el meollo del asunto es la recompensa para los creyentes por su servicio y no cómo su alma es purificada del pecado. Aquí los creyentes ven cómo sus obras son probadas por el fuego.
La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia ( DS 1304) y de Trento (
DS 1820: 1580). La Iglesia Católica considera que la salvación es como un objeto de adorno o embellecimiento del alma. Es un proceso que comienza con el bautismo, mediante el cual se infunde la gracia santificante inicial.
Según 1Cor 3, tanto las obras del creyente como el creyente pasarán por el fuego purificador descrito por san Pablo, a fin de poder ser salvo, purificado y preparado para estar en presencia de Dios. Por lo tanto, las obras purificadas no se han de separar del que las realiza y contradice al texto el decir que sólo las obras son las que se purifican. Un cristiano nacido de nuevo quiere obedecer a Dios. Es motivado por el amor de Cristo, no por el temor de una dolorosa retribución (2 Co. 5:14; Ro. 8: 15).

EL AUTENTICO SACERDOTE DE CRISTO.

 Probablemente la forma más efectiva de estimular en la actualidad las vocaciones religiosas (aparte por supuesto de la influencia de la familia y la oración intensa y persistente), sea el ejemplo y la "influencia personal," en palabras del Cardenal Newman, de sacerdotes dedicados, celosos, piadosos, inteligentes y bien formados: sacerdotes para el tercer milenio. Estos sacerdotes tienen que ser los que a través de su oración, dirección, y enfoque pastoral, pongan en acción en las próximas décadas, las enseñanzas del magisterio Hay muchas respuestas, pero obviamente es el trabajo del Espíritu Santo en conjunto con la libre colaboración de los hombres lo que va a producir este cambio radical en el transcurso de décadas o siglos. Los laicos, constituyendo la mayoría de la Iglesia, van a jugar indudablemente un importante papel en esta re-evangelización. Los laicos comparten el sacerdocio de Cristo por su iniciación en la Iglesia a través de los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación. Serán estimulados (o tal vez ya lo han sido) por los diferentes movimientos de laicos y por las nuevas instituciones que nacieron en este siglo. Estas organizaciones hacen un fuerte énfasis sobre la santidad personal y sobre la evangelización en medio del mundo. Dijo el Papa San Pío X: "Para que Jesucristo reine en el mundo, nada es tan necesario como la santidad de los clérigos para que con su ejemplo, palabra y conocimiento, ellos puedan ser una guía para los fieles" (Haerent Animo, 1980). Los sacerdotes que participan en el sacerdocio ministerial de Cristo, proveyendo los sacramentos de Cristo, predicando la palabra de Dios y transmitiendo la auténtica enseñanza de la Iglesia a los hijos de Dios, dan la nutrición espiritual que permite a la Iglesia construir el reino de Cristo en la sociedad y en la cultura. Sin el sacerdocio ministerial en el plan providencial de Dios, no hay Iglesia; sino solamente grupos de seguidores de Cristo bien intencionados más o menos equipados pero inefectivos sin los sacramentos para poder entender y vivir las Escrituras. Simplemente, la formación, la felicidad y la efectividad de los sacerdotes diocesanos en su misión es un indicador clave de la salud de la Iglesia y de la sociedad. Como una vez dijo el filósofo y escritor francés de comienzos del siglo diez y nueve, Joseph De Maistre, "el sacerdocio debe ser la principal preocupación de cualquier sociedad que desea renovar su vitalidad." Los abandonos del sacerdocio, escándalos notables, y la disminución constante durante décadas de las vocaciones sacerdotales, apuntan hacia una pérdida que no se alcanza a entender de la confianza sacerdotal, del optimismo y de la felicidad. Disminuye el número de sacerdotes porque algunos se salen, otros se retiran y otros mueren, y esto hace que se incremente el promedio de la edad de aquellos que aún permanecen. Lamentablemente ha habido también una caída vertiginosa en los últimos 30 años en el porcentaje de los que van a la iglesia los domingos y por lo tanto, como se puede imaginar, en la práctica de la confesión. Este ritmo continúa disminuyendo, casi aparejado a la reducción del número de sacerdotes. Sin embargo, no podemos excusarnos por la disminución del número de fieles para decir que se compensa con el número de sacerdotes. Nunca habrá suficientes sacerdotes o santos en el mundo. Ya no hay tampoco una gran cantidad de sacerdotes y religiosos bien identificados o que provengan de matrimonios grandes y estables, que fueron los semilleros de las vocaciones sacerdotales hasta la década de los sesenta. En algunos sectores las vocaciones sacerdotales y religiosas parecen estar desmotivadas con el papel del "ministro laico" que es presentado como respuesta a la deserción de sacerdotes.
Esto lleva a una "clericación de los laicos," verdaderamente un insulto a la bondad del mundo creado y redimido, y a la naturaleza radical del sacramento del Bautismo. La participación del laico en el sacerdocio de Cristo le lleva normalmente no a la participación litúrgica en el altar, sino que a su papel predominante de santificar el orden temporal en el mundo. Cuesta mucho encontrar en los documentos del Concilio Vaticano II vocablo "ministerio" aplicado a los laicos. No está allí. Los Padres del Concilio hablan de "apostolado" (el seguimiento estrecho al deseo de Cristo de llevar a otros hermanos hacia El) que fluye de la incorporación bautismal del laico en el cuerpo de Cristo.