lunes, 22 de abril de 2013

GANAS EL MUNDO,PIERDES EL ALMA.

"De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo". Pidamos a Dios que nos permita disfrutar de la dulzura de su Persona y que no olvidemos disfrutar de aquellos que nos rodean. ¿Qué tanta felicidad doy a los que están cerca de mí? ¿Soy motivo de felicidad para los que me rodean? Es tiempo de mejorar, de superarme. Quiero acercarme más y más a Dios. Deseo ser un buen cristiano.¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su alma? (Mt 16, 21-27).La verdad es que la respuesta, sin entrar de lleno en el campo teológico que no hace falta y es para expertos. La respuesta a la pregunta pronunciada por Cristo mirada desde el punto de vista de la fe de a pie de un cristiano corriente, algo rebelde y de la calle, parece sencilla y fácil. No le sirve de nada al hombre ganar el mundo entero si con ello no contribuyese al bienestar del alma si no a perderla, sería un suicidio magno.Muchas veces los individuos triviales olvidan lo que es esencial en la vida, en la existencia. Pasean ensimismados por el mundo y por el alrededor impulsados por un aturdimiento que contagian y desprenden. Cuando la vida reparte, cuando toca la enfermedad, cuando toca la miseria, la muerte, cuando el mundo cae y sólo se tienen a sí mismos: qué tienen, qué han ganado, ¿dinero?, ¿fama tal vez? y qué más. ¿Qué están conquistando en sus vidas? ¿Para quién han vivido? ¿Para qué? El Señor, siente predilección por los débiles, por los hostigados, por los maltratados, por los pobres, por los enfermos, por los indefensos…bienaventurados son. Y un día, en este bendito y maldito mundo a la vez llegará por fin su Justicia, lo cual llena de gran paz y alegría el corazón del católico. Y los últimos, los desterrados, los oprimidos, los forasteros, los perdidos, los limpios de corazón, los que han vertido lágrimas injustamente, los calumniados y difamados por el Reino de Dios…todos esos serán colmados de gloria, enaltecidos, coronados y santificados por siempre. Habrán ganado en su debilidad su alma perdiendo quizá a los ojos del mundo. ¿Pero qué importa el mundo si se gana el alma? ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su alma? (Mt 16, 21-27). ¿Puede el hombre ganarse enteramente a sí mismo? Sí que puede hasta que un día explote, entonces se dará el paso contrario, perderse a sí mismo. El ser humano necesita, le es necesario, tan necesario como respirar salir de sí mismo y darse a los demás para equilibrarse y realizarse, tejiendo esa donación de realismo y veracidad. En las relaciones de amistad, en las relaciones familiares, en la relación de pareja. Todos los problemas del hombre podrían mejorar de alguna manera matando el egoísmo que es lo que más tiñe y destruye las conciencias. La generosidad libera, la aceptación confiada y sustentada en la fe conforta y fortalece, la bendición libera de toda atadura malsana y contaminante. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su alma? (Mt 16, 21-27).Teniendo integrados en su ser la persona el cuerpo y la psique si no posee su alma el Espíritu no posee “nada”. Poseyéndose en la honestidad, el ser humano-cuerpo y espíritu- sabrá encontrar la mano de Dios en cada devenir, en cada gesto, en cada palabra. Toda la vida es lenguaje, el hombre también lo es. Si ennoblecieran -si ennobleciésemos- ese lenguaje superior y procurasen-procurásemos- vivirlo en la medida de sus fuerzas con coherencia y maestría, cayendo, levantándose, perdonando, dejándose perdonar, ayudando, dejándose ayudar, amando, dejándose amar… tendrían ganado mucho en su vidas, podrían-podríamos- ser muy felices. Incluso en la adversidad, incluso en tiempo de crisis, de conmoción, de guerra, de enfermedad… Que busquen para ganarlo. Todo, que encuentren. Que busquemos siempre, que encontremos Todo. Que no nos conformemos nunca sólo con este mundo, que lo anhelemos, que lo queramos Todo.

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