jueves, 7 de febrero de 2013

LA ORACION DEL CRISTIANO ES VITAL EN LA VIDA

La oración es vital para la vida espiritual de los cristianos, es una de las herramientas del crecimiento cristiano. Sin embargo, esta herramienta es poco utilizada y grandemente mal aplicada. Muchos profesan ser cristianos y jamás oran. Otros dicen que sus oraciones nunca son respondidas. La oración es hablar con Dios. Dios es su padre. Como Su hijo, usted debe hablar, conversar — orar — con Él. Moisés le rogó a Dios para que cambiara de opinión y no destruyera a la rebelde y carnal Israel (Núm. 14:11-19). Ana, quien era estéril, le imploró a Dios que le diera un hijo propio (I Sam 1:5-11). David le suplicó a Dios que lo perdonara por cometer pecados horrendos (Salmo 51). Y antes de ser crucificado, Jesús le pidió a Dios que protegiera a Sus discípulos (Juan 17:6-11). Dios respondió las oraciones de ellos. Él también responderá las suyas. Pero hay condiciones. Usted debe acercarse a Dios a SU manera, no como usted quiera. Las respuestas están en la Palabra de Dios. Usted debe creer — tener fe. El apóstol Pablo escribió: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb. 11:6). Porque “es necesario que ud. que se acerca a Dios CREA que le hay” — que Dios existe — “y que es galardonador de los que le buscan” Si usted quiere que Dios responda a sus oraciones, usted debe primero creer que Él existe y que Él le escuchará. Eso requiere fe. Cristo dijo: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mat. 21:22). El apóstol Santiago agregó: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:6-7). La fe es su PRUEBA de que Dios cumplirá Sus promesas — es su GARANTÍA de que Él vendrá a su rescate. Dios no puede mentir (Heb. 6:18). Él siempre cumple Sus promesas. Y promete que si usted se dirige hacia Él, Él se dirigirá hacia usted (Zac. 1:3). Cuando la mayoría de las personas oran (para ser sanadas, encontrar trabajo, etc.), le piden a Dios una vez, quizás dos veces, y después se dan por vencidas. Pero Cristo dijo “Pedid , y se os dará; buscad , y hallaréis; llamad , y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe ; y el que busca, halla ; y al que llama, se le abrirá . ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan ?” (Mat. 7:7-11; Luc. 11:9-13). Si un asunto es importante para usted, no ore al respecto solamente una vez. Venga a Dios una y otra vez, no de una manera fastidiosa, sino con peticiones sinceras, de corazón. En el mundo, la mayoría de las personas oran por razones egoístas. Algunos le piden a Dios que los bendiga ganándose la lotería. Otros oran para que sus enemigos reciban “lo que se merecen”. Pero, ¿están ellos buscando la voluntad de Dios? Note Santiago 4: “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (vs. 2-3). Si su mente está puesta en lujurias absurdas y carnales, Dios no le escuchará. Sus peticiones deben estar centradas en lo que Dios desea. El apóstol Juan escribió: “Y esta es la confianza que tenemos en él [Dios], que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (I Juan 5:14-15). Humanamente, Jesús no quería sufrir la brutal tortura y muerte que le esperaba. Sin embargo, Él aún oró porque se hiciera la voluntad de Dios, no la de Él mismo. Cristo siempre puso a Dios primero. Él siempre se acercó a Dios con una actitud doblegada y humilde. Siga el ejemplo de Cristo y Dios responderá sus oraciones. La mente carnal es engañosa — aun para sí misma (Jer. 17:9). “Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano [recaudador de impuestos]. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano” “Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador” (v. 13). El recaudador de impuestos se vio a sí mismo desde la perspectiva de Dios y se humilló. Cristo continúo, “Os digo que éste [el recaudador de impuestos] descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (v. 14). Dios no escuchará las oraciones del orgulloso y arrogante. Para comenzar a entender la voluntad de Dios, usted debe obedecerle. Mientras más obedezca usted a Dios, más entendimiento le dará Él. Y mientras más reciba, más espera Dios que usted le obedezca. Cuando usted hace esto, Dios promete, “Amados, si nuestro corazón no nos reprende” — porque elegimos deliberadamente el camino de vida de Dios y dejamos de pecar — “confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” (I Juan 3:21-22). Cuando Jesús vivió en la tierra, Él sabía que Dios siempre respondería a sus oraciones. He aquí por qué: “porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29). Si usted sigue los pasos de Jesús y obedece a Dios, ¡sus oraciones serán respondidas! Si usted no escucha (y obedece) a Dios, ¡Él no lo escuchará a usted! Cuando usted peca — quebranta las leyes de Dios — Él no puede escucharlo: “He aquí que no se ha acortado la mano del Eterno para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isa. 59:1-2). En el Salmo24, David preguntó: “¿Quién subirá al monte del Eterno? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón” (vs. 3-4). Confiese sus pecados delante de Dios. Arrepiéntase y pida Su perdón. La sangre de Cristo lo limpiará. La biblia declara: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (I Juan 1:9). El cristianismo de este mundo ilustra a Cristo como una criatura débil e indefensa clavada a una cruz. Pero la biblia muestra claramente que Cristo está en el cielo, trabajando activamente en nombre de Sus siervos: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Heb. 4:14-15). Cuando nosotros oramos a Dios, lo hacemos por la autoridad de Jesucristo. Su sangre derramada nos permite entrar al lugar más santo del universo — ¡el trono de DIOS! ! Por eso, cuando oramos, se nos ordena: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:14-16). Dios espera que nuestras oraciones sean claras, llenas de confianza — en Él, no en nosotros mismos. Si nosotros nos presentamos delante de Dios vacilando y llenos de dudas, Él no escuchará (Santiago 1:6-7). Dios sabe todo lo que usted necesita aún antes que usted se lo pida (Mat. 6:8). Él conoce sus pensamientos y deseos íntimos: “Yo el Eterno, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jer. 17:10). No obstante, Dios quiere que usted le ore. Dios quiere que usted se acerque a Él y le muestre dónde se encuentra su corazón (Mat. 6:19-21). Él quiere que usted exprese interés saliente por otros. Él quiere que usted lo pruebe al reclamar Sus muchas promesas (Mal. 3:10; I Tes. 5:21). Él quiere que usted someta su voluntad a Él. (Efe. 1:17-19). Como cualquier buen padre, Dios quiere conocer a Sus hijos. Las oraciones específicas y altamente detalladas le agradan a Dios. Sus oraciones deben ser como incienso de dulce fragancia para Dios. Pablo escribió: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (I Tes. 5:18). Usted siempre debe darle gracias a Dios en sus oraciones. Si usted no lo hace, está olvidando una clave vital para que sus oraciones sean respondidas. Cuando las personas oran, ellas murmuran unas pocas palabras y esperan lo mejor. O, como los fariseos hace 2.000 años, dan oraciones largas y monótonas que no van más allá del techo (Lucas 18:10-12). el profeta Isaías escribió: “Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades” (Isa. 64:7). Dios usó al profeta Elías como un ejemplo ( 17-18). Elías era humano, falible. Él tenía las mismas pasiones y frustraciones con que las personas aún luchan hoy. Sin embargo, Elías fue un hombre justo — él obedeció a Dios. Y cuando oraba, lo hacía de todo corazón. Vea el ejemplo de Cristo: “en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente” (Heb. 5:7). Las oraciones fervientes, sinceras, de corazón dan resultados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario