sábado, 15 de septiembre de 2012

DEJALO TODO................ Y SIGUEME.

Déjalo todo… y sígueme Seguirle sin condiciones Jesús tenía muy claro que su misión era redimir a la humanidad. Pero esto pasaba por dirigirse a Jerusalén, donde le esperaba la muerte en cruz y, posteriormente, la resurrección. Con su muerte Jesús llevaría a cabo el máximo gesto de entrega. Es en este contexto y en esta tesitura espiritual que Jesús emprende el camino a Jerusalén. Se encuentra con varios hombres que quieren seguirle, pero… Seguir a Jesús es caminar a la intemperie, sin seguridades. La única certeza es saber que caminamos hacia el Padre. Pero el camino no es fácil y está lleno de riesgos. Unirse a Jesús y caminar con él es tener claro que siempre estaremos seguros y el cielo es nuestra meta. “Deja que los muertos entierren a sus muertos”, dice Jesús. El hombre que quería seguirle le daba un sí, pero con condiciones. De ahí esa respuesta rotunda. Jesús no pide que rompamos los lazos familiares, por supuesto, sino que lo sigamos sin condiciones, con serenidad y total confianza. Cuando se sigue a Jesús no se rompe con nada, más que con aquello que nos puede impedir acercarnos a Dios. No se trata de abandonar la familia de sangre, pero sí de abrirnos a una familia mucho más extensa, que trasciende la biológica: la familia del pueblo de Dios. Dejarlo todo no debe leerse literalmente. Cada cual debe saber estar en su familia, en el trabajo, en su ciudad, en medio de la sociedad, desempeñando sus tareas, dando testimonio y evangelizando desde su lugar. Lo importante es la actitud del corazón. Seguir a Jesús no es sencillo, hoy. ¿Qué excusas le podemos poner? Posiblemente, la más frecuente sea ésta: “No tengo tiempo”. Estamos tan metidos en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestros compromisos, en mil y una cosas… que no tenemos tiempo para seguirlo. Dios no quiere que seamos irresponsables con nuestras obligaciones, pero sí nos pide un tiempo para él. Un tiempo que quizás perdemos vanamente en ocio innecesario, en televisión, en cosas vacías y estériles… Seguir a Dios implica un sacrificio. Pero podemos seguirlo desde nuestro hogar y desde nuestras opciones profesionales. El que mira atrás no es apto para el Reino del Cielo, leemos en los evangelios. Vemos cómo Eliseo, fiel a la llamada del profeta Elías, lo sigue para ser su ayudante y, más adelante, lo sucederá como profeta. Mata a sus bueyes, obsequia a su familia y lo deja todo. Entierra su pasado. “Enterrar” no es sólo lo físico, sino todo aquello que nos quita vida. Para ello es preciso ser valientes. La llamada hoy no es sólo a seguir a Jesús. Para los que ya somos cristianos, la llamada es a mantenerse fiel. La gente se cansa. A todos nos cuesta desvelar nuestra fe, nos olvidamos de Aquel que nos ha hecho existir y nos lo ha dado todo. Nos cuesta seguirle. Porque sabemos que esto implica tiempo, compromiso, cambiar nuestras actitudes, nuestro criterio, nuestra forma de pensar. Para llegar a Cristo hay que dejarlo todo. No hace falta ir a la misión, al seminario o a un convento o quizá sí pero todos tenemos que dejarlo todo por Él y seguirle, y poner nuestra vida, nuestra inteligencia, nuestros dones y nuestra libertad al servicio de Dios para Gloria suya. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu coazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. Lo mejor que tengo, lo que soy, para ti Señor, yo para Ti. Muchas personas rehusarán escuchar los consejos de Jesus, Jesús es paciente, no se enfada ante los que rechazan su mensaje. Cuando sus discípulos le piden que haga descender fuego del cielo sobre aquella aldea que no los quiere recibir, él los reprende y se marchan de allí. La verdad no puede ser impuesta a nadie, y Jesús lo sabe. “Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto.” (Mc 4, 18-19). Con dolor, puesto que los que se cierran al amor de Dios viven ensimismados, intoxicados en su cerrazón, faltos de oxígeno. Pero Jesús nos dice que, si bien unos lo rechazarán, otros abrirán su corazón. Por esto hemos de continuar trabajando, entusiastas, tenaces, para difundir nuestra fe. Valentía, tenacidad y confianza: con estas tres virtudes podremos emprender nuestro camino de seguimiento a Jesús. Cuando es Cristo a quien se tiene que ganar ¿qué importa estar preocupado por las cosas de este mundo?, Él cuidará de mi: “Ocupaos en las cosas del Reino y lo demás se os dará por añadidura”; y tengo que abandonar el deseo de tener. ¿Cómo voy a estar pendiente de tener si he de buscar a Cristo? Y he de renunciar a todo con tal de ganar a Cristo. Esto exige valor por parte nuestra, pero tenemos que estar seguros de que fiándonos de Él vamos a estar en las mejores manos.

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