“También María conoció el martirio de la cruz: Ella sufrió tanto, en su corazón, mientras Jesús sufría en la Cruz. Estuvo unida plenamente a Él en la muerte y, por eso le fue dado el don de la resurrección”. De este modo habló el Papa del misterio de la Asunción de María al cielo en la misa de su Solemnidad, celebrada en la Plaza de la Libertad de Castel Gandolfo, ante más de doce mil fieles. Desde el palco montado al ingreso del Palacio Apostólico de esta pequeña ciudad de los Castillos romanos, el Pontífice subrayó que “Cristo es la primicia de los resucitados, y María es la primicia de los redimidos”.
“Es nuestra Madre – añadió – pero también es nuestra representante, nuestra primera hermana, es la primera de los redimidos que ha llegado al Cielo”. Resurrección, lucha y esperanza, fueron las tres palabras clave de la reflexión de Francisco. María sostiene a los cristianos en la lucha contra las fuerzas del mal, y la oración con María, de modo particular el Rosario, también tiene esta dimensión “agonística” y nos sostiene contra el maligno.
En fin, el Papa Francisco habló de la esperanza que lleva al corazón quien afronta la lucha de la vida creyendo en la Resurrección de Cristo, en la victoria del Amor. Donde está la cruz para nosotros los cristianos está la esperanza, siempre. Si no está la esperanza nosotros no somos cristianos, por esto a mí me gusta decir ¡no se dejen robar la esperanza! ¡Que no nos roben la esperanza porque esta fuerza es una gracia, un don de Dios que nos lleva adelante mirando el cielo!
Poco después, antes de la oración del ángelus, el Papa Bergoglio habló del “sí” de María en Nazaret y de cómo cada “sí” a Dios es para nosotros un paso hacia la vida eterna. Porque esto quiere el Señor: nos quiere a todos consigo, en su casa. Y recordó el 25° aniversario de la Carta Apostólica Mulieris dignitatem del beato Juan Pablo II, pidiendo que en la meditación del misterio bíblico de la mujer, condensado en María, “todas las mujeres se encuentren a sí mismas y la plenitud de su vocación”.
A veces es tan fácil estar tan ocupado que el día se nos va sin darnos cuenta; pasamos de una cosa a otra, incluso de una crisis a otra, sin dejar de correr ni darnos tiempo suficiente para pensar: “Un momento. ¿Cuál es el verdadero sentido de mi vida? ¿A qué o a quién le estoy dedicando mi tiempo, mi dinero y mi vida?
Cuando uno les pregunta a las personas qué es lo que le da sentido a su vida, las respuestas son tan variadas que cubren todas las posibilidades. Algunos dicen que el matrimonio y la familia; otros que el hecho de llevar una vida de servicio a los demás; otros dicen que para ellos el sentido de la vida está en el trabajo y el progreso en el mundo. Algunos opinan que la vida tiene sentido cuando logran acumular un cierto nivel de riqueza material; otros más dicen que la vida consiste en divertirse tanto cuanto sea posible pero sin perjudicar a demasiadas a personas.
Jesús dio a entender que todos tenemos por naturaleza una necesidad espiritual. Necesitamos saber las respuestas a preguntas como: ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué hay tanto sufrimiento? ¿Le importamos a Dios? ¿Hay vida después de la muerte?
Está escondida la felicidad por allí, en algún rincón de tu corazón, donde delante del deseo de cambio, de transformación, te encontraste con dificultades que te regalaron el rostro más doloroso de la vida, por enfermedad, por muerte, por crisis económica, por crisis vincular. Por historias que, cuando las remontas, llegas tan lejos como podes, armas el árbol genealógico familiar, y descubrís que lo que hoy te pasa, no tiene que ver con tu aquí y ahora sino con una larga historia, sucedida de generación en generación, que no terminaron de encontrar rumbos, y que se vieron marcadas por un modo de ser que difícilmente se puede trastocar, sólo con un buen deseo.
Sin embargo, en algún rincón de tu corazón, y mucho más allá de estas experiencias difíciles, se esconde un proyecto de felicidad. Que supondrá resolverlo todo. Lo que hemos dicho, y más. Lo que no pudimos decir. Y que sólo será posible cuando encontremos una razón y un gran motivo por el cual vivir.
Solo así es posible tener una vida con sentido. Jesús sabía que la única fuente confiable a la cual acudir por respuestas es la Palabra de Dios. En una oración a su Padre, dijo: “Tu palabra es la verdad” (Juan 17:17). ¿Puede la Biblia satisfacer nuestra necesidad espiritual? La misericordia es un sentimiento de compasión que nos impulsa a tratar a los demás con bondad y consideración. Jesús fue misericordioso con los necesitados. Movido por una honda compasión, alivió el dolor de muchos sin esperar a que se lo pidieran (Mateo 14:14; 20:30-34). Actuar como él nos produce felicidad y eso le da más sentido a nuestra vida (Hechos 20:35). Podemos mostrar compasión con nuestras palabras y acciones, ayudando a todo el que lo necesite. Pero tal vez alguien se pregunte: “¿De veras me voy a sentir mejor si soy misericordioso?” Si seguimos los sabios consejos de Jesús, hallaremos felicidad y satisfacción. Pero para que la vida tenga verdadero sentido, también necesitamos saber lo que nos depara el futuro. Después de todo, ¿cuánto sentido puede tener nuestra existencia si lo único que sabemos es que con el tiempo vamos a envejecer, enfermar y morir? Lamentablemente, por ahora esa es la triste realidad. Sin embargo cuando nosotros hemos hecho una experiencia de ensueños desde el amor, con la felicidad, y después nos descubrimos, bajo algún cachetazo de la vida, o algún traspié en el camino, que no era tan fácil la cosa cuando una enamorada, o un enamorado, aparecen con los ojitos brillantes y con la sonrisa a flor de piel, porque te das cuenta de que la primavera le llegó al corazón, si nos preguntan si es posible ser feliz, uno le dice si, pero en el fondo le dice, «ya vas a ver que no es tan fácil».
LA EUCARISTIA Y LA BIBLIA
Si hay unas palabras bíblicas que todo cristiano conoce son éstas: "Vosotros escudriñáis las escrituras ya que os parece que en ellas tenéis vida eterna...pero no queréis venir a mé para tener vida". Juan 5,39-40. Sin embargo no todos entienden su alcance.
Cristo está hablando a los escribas y fariseos, quienes supuestamente basaban su vida en la Biblia. Jesús afirma que el mensaje de las Escrituras es Él: "Ellas son las que dan testimonio de mí..." Por eso les reprocha: "Pero no queréis venir a mí para tener vida". Es decir, aceptaban la Biblia que habla de Cristo, pero rechazaban a Cristo mismo.
La Biblia es un instrumento santo, palabra de Dios para conocer a Jesús. Pero la Biblia no sustituye a Cristo, la Biblia no es Cristo. Esto es lo que Cristo podría decir a muchos cristianos de hoy: "Vosotros escudriñáis las Escrituras... pero no queréis venir a mí para tener vida".
¿Qué quiere decir Jesús con "venid a mí"? Él mismo nos revela el misterio más adelante: "Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, el que crea en mí no tendrá nunca sed." Juan 6, 35. Jesús nos invita a alimentarnos de El.
...Es en la Eucaristía, donde nos alimentamos del Pan de Vida que es Jesús mismo...
Objeción Protestante: Aquí Cristo está hablando simbólicamente. El dijo: "Yo soy la vid" y Él no es una vid; "Yo soy la puerta" y Cristo no es una puerta.
1. El contexto no es simbólico o alegórico, sino doctrinal. Es un diálogo con preguntas y respuestas como Jesús suele hacer al exponer una doctrina.
2. A las preguntas y objeciones que le hacen los judíos, Jesucristo responde reafirmando el sentido inmediato de sus palabras. Entre más rechazo y oposición encuentra, más insiste Cristo en el sentido único de sus palabras: "Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida", v.55.
3. Esto hace que los discípulos le abandonen, v. 66. Jesucristo no les grita: "¡Hey... vengan! ¡no se vayan!, no me expliqué bien, era una parábola!". Por el contrario, reta a sus mismos apóstoles: "¿También vosotros queréis iros?". Yo, como Pedro respondo: "Pero Señor... ¿con quién nos vamos si sólo tú tienes palabras de vida eterna?" v. 67-68.
4. Los apóstoles entendieron en sentido literal, o mejor dicho, inmediato las palabras de Jesús en la última cena. "Tomó pan... (que olía a pan, que sabía a pan) y dijo: "Tomad y comed, esto es mi cuerpo." Lucas 22,19. Y ellos en vez de decirle: "explícanos esta parábola," tomaron y comieron, es decir, aceptaron el sentido inmediato de las palabras.
5. S. Pablo expone la fe de la Iglesia en el mismo sentido: "La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?". 1 Corintios 10,16.
6. Los primeros cristianos acusan a los docetas de no creer en la presencia de Cristo en la Eucaristia: "Se abstienen de la Eucaristía porque no confiesan que es la carne de nuestro Salvador." S. Ignacio de Antioquía (Esmir. VII).
7. ¿Sabías tú que el mismo Lutero enseñaba que "el Sacramento del Altar es el verdadero cuerpo y sangre de Nuestro Señor Jesucristo"? (Cat. V, 37,1).
8. Finalmente si fuera simbólico cuando Jesús afirma: "El que come mi carne y bebe mi sangre..." entonces también sería simbólico cuando añade: "...tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día". Lee: Juan 6,54. ¿Acaso la resurrección es simbólica? ¿Acaso la vida eterna es simbólica?
Como puedes ver todo favorece la interpretación literal del discurso.
Por otro lado, ¿no es muy extraño, que los mismos que afirman que la Biblia se debe interpretar literalmente, hagan una evidente excepción en este pasaje?
CONCLUSION:
Jesus con su doctrina, la Biblia por el contexto, los apostóles con su interpretación, la Iglesia con su enseñanza, confirman el único sentido inmediato y literal de las palabras de Cristo.
EL PAPA NOS HABLA
"Cristo realmente presente bajo los velos de simples y materiales apariencias, Cristo-Pan, Cristo-Vino es verdadera comida y verdadera bebida para el hombre que tiene hambre y sed de lo infinito. Sólo Él, Cristo, puede colmar la necesidad de eternidad del corazón humano; sólo Él, Cristo, es total realización de todas sus aspiraciónes y prenda segura de inmortalidad. Sólo Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn. 14,6) para los que comen su carne y beben su sangre."
"No olvidéis jamás: Cristo, que nos nutre bajo las especies consagradas, es el mismo que viene a nuestro encuentro en los acontecimientos cotidianos; está en el pobre que tiende la mano, está en el que sufre e implora ayuda, está en el hermano que pide nuestra disponibilidad y espera que le acojamos. Está en el hombre, en todo ser humano, incluso en el más pequeño e indefenso."
"¡Misterio profundo de vida! ¡Impenetrable misterio de amor!.. La Eucaristía nace del amor y sirve al amor, definitivo mandamiento de la Nueva Alianza." (Juan Pablo II)
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