EL ESPIRITU SANTO ENCIENDE EL FUEGO DE TU LUZ DE TU PRESENCIA PARA CONOCER REALMENTE EL ROSTRO AMOROSO DE JESUS,SEÑOR Y DIOS NUESTRO...........
El Espíritu Santo es Aquel Espíritu que esta en la comunión entre el Hijo y el Padre, Aquel que todo lo escucha y sabe, es el Espíritu de Poder y Autoridad. La Iglesia no los tiene por ella misma; es Cristo, quien, por el Espíritu Santo, da a laIglesia el ser una, santa, católica y apostólica, y Él es también .... es a la vez santa y siempre necesitada de purificación y busca sin cesar la conversión y la ..De todos los dones dados por Dios a la humanidad, no hay uno más grande que la presencia del Espíritu Santo. El Espíritu tiene muchas funciones y actividades. Primero, Él trabaja en el corazón de toda la gente, en todas partes. Jesús les dijo a sus discípulos que Él enviaría al Espíritu al mundo para “convencer al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio” (Juan 16:7-11). Todos tienen una “conciencia de Dios,” ya sea que lo admitan o no, porque el Espíritu aplica las verdades de Dios en la propia mente del hombre, para convencerlos por medio de justos y suficientes argumentos de que son pecadores. La respuesta a esa convicción lleva al hombre a la salvación.Entre esas funciones está la de revelar la verdad. La presencia del Espíritu dentro de nosotros nos permite comprender e interpretar la Palabra de Dios. Jesús les dijo a Sus discípulos “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;...” (Juan 16:13). Él revela a nuestras mentes todo el consejo de Dios, como lo relacionado con la adoración, la doctrina y la vida cristiana. Él es el guía fundamental, que va delante de nosotros, mostrando el camino, removiendo obstáculos, abriendo el entendimiento y haciendo todas las cosas claras y evidentes.Si no fuera por el Espíritu Santo, no “ganaríamos almas”. Para nuestra obra evangelizadora, el Espíritu Santo nos capacita, nos requiere dependencia, y nos llena. ¡Qué privilegio ser una herramienta en las manos del Espíritu Santo, cuando él convierte un incrédulo!Hch. 1:8b, “y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Él nos conduce por el camino que debemos andar en todas las cosas espirituales. Sin tal guía, estaríamos expuestos a caer en el error. Una parte crucial de la Verdad que Él revela, es que Jesús es quién Él dijo Ser (Juan 15:26; 1 Corintios 12:3). El Espíritu nos convence de la deidad y procedencia de Cristo, Evangelizar produce niveles de nerviosismo. El E.S. nos ayuda a superar las inseguridades, hasta vencer la timidez y tener valor. Dependencia no es ser perezoso. El Espíritu tiene papel en el evangelio, y nosotros tenemos papel en el evangelio. Se ilustra el papel humano con Lázaro levantado de los muertos por Jesús. Cristo pidió quitar la roca de la tumba y quitarle las vendas. El pudo haberlo hecho, directo o por milagro. Pero pidió al hombre lo que el hombre podía hacer. Y él hace lo que solo Dios puede hacer: vivificar a un muerto. Rendirse a la voluntad de Dios. Es clave estar dispuesto hacer lo que Dios nos pida. Si nuestro anhelo es hacer la voluntad de Dios, habrá sacrificios, pero uno mostrará la gloria de Dios (Mt. 6:33, Ro. 12:1-2), Su identidad como el Mesías, Sus sufrimientos y muerte, Su resurrección y ascensión, Su exaltación a la diestra de Dios, y Su función como Juez de todo. Él da gloria a Cristo en todas las cosas (Juan 16:14) El Espíritu Santo habita en la Iglesia, como cuerpo que es de Cristo, haciendo de ella el templo de Dios entre los hombres (1Cor 3,10-17; Ef 2,20-21). Pero también habita en cada uno de los cristianos. Cada uno de ellos es personalmente «templo del Espíritu Santo» (1Cor 6,15.19; 12,27). Y ambos aspectos de la inhabitación, el comunitario y el personal, van necesariamente unidos. No se puede ser cristiano sino en cuanto piedra viva del Templo de la Iglesia.
El Espíritu Santo es así el principio vital de una nueva humanidad. En efecto, Jesucristo, «el Señor es Espíritu» (2 Cor 3,17), y unido al Padre y al Espíritu Santo es para los hombres «Espíritu vivificante» (1 Cor 15,45). Él habita en nosotros, y nosotros nos vamos configurando a su imagen «a medida que obra en nosotros el Espíritu del Señor» (3,18; Gál 4,6). Por tanto, todas las dimensiones de la vida cristiana han de ser atribuidas a la acción del Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo. En San Pablo se afirma todo esto con especial claridad.En suma, según San Pablo, toda la «espiritualidad» cristiana es la vida sobrenatural que el Espíritu produce en los hombres. Y por eso afirma: «vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que de verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros» (Rm 8,9; 10-16; Gál 5,25; 6,8).
Y lo mismo enseña el apóstol San Juan. El que ama a Jesús y guarda sus mandatos «permanece en Dios y Dios en él» (1Jn 3,24). El sarmiento que «permanece» en la Vid, recibe de ésta espíritu, vida, fruto (Jn 15,4-8). Si alguno ama a Cristo, será amado por el Padre, y las Personas divinas habitarán en él (14,23). El que se alimenta de Cristo, es internamente vivificado por él (6,56-57).
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