domingo, 19 de octubre de 2014

! DAR LA LIMOSNA.!

La palabra «limosna» no la oímos hoy con gusto. Notamos en ella algo humillante. Esta palabra parece suponer un sistema social en el que reina la injusticia, la desigual distribución de bienes, un sistema que debería ser cambiado con reformas adecuadas. De acuerdo con la Biblia, la limosna implica "dar" ayuda a los que lo necesitan. Las limosnas se administran de una variedad de maneras y se otorgan de distintas formas, ya sea ayudando a un prójimo a conseguir un trabajo honesto o dando un poco de dinero a un mendigo desconocido. “La limosna ha sido siempre, en la tradición de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, una vara para medir la justicia”. ¿Qué significa la palabra «limosna»?
La palabra griega «eleemosyne» proviene de «éleos», que quiere decir compasión y misericordia; inicialmente indicaba la actitud del hombre misericordioso y, luego, todas las obras de caridad hacia los necesitados. Recordemos aquí a San Pablo: «Si repartiere toda mi hacienda... no teniendo caridad, nada me aprovecha» (1Cor 13,3). También San Agustín escribe muy bien a este propósito: «Si extiendes la mano para dar, pero no tienes misericordia en el corazón, no has hecho nada; en cambio, si tienes misericordia en el corazón, aun cuando no tuvieses nada que dar con tu mano, Dios acepta tu limosna» El hecho de ofrecer limosna a quien la necesite es uno de los deberes dentro de la práctica del cristianismo. Jesús dirá de ellos “sepulcros blanqueados” en el análogo pasaje del Evangelio de Mateo, remarcando ciertas actitudes que Él define con dureza como “inmundicia”, “podredumbre”. “Den más bien como limosna todo lo que tienen dentro”, es su contrapropuesta. Cada religión tiene sus propias reglas, que se aplican tanto a las limosnas en sí como a quien las da y a quien las recibe. Dentro del cristianismo, es un requisito dar limosna si se está intentando ser un buen cristiano. La Biblia instruye en Mateo 5:42. "Da al que te pida, y no le muestres la espalda al que quiere tomar prestado de ti". La limosna es el acto de dar dinero o bienes a los necesitados como parte de la disciplina religiosa. Varias religiones consideran el acto de dar limosna como una virtud, tal es el caso dentro del cristianismo, el judaísmo, el budismo, el islamismo y el hinduismo. La Biblia contiene muchas referencias hacia la limosna, ya que de acuerdo con la tradición cristiana, el servicio a los demás trae consigo plenitud espiritual y virtud ante los ojos del Señor. En Lucas 6:38, Jesús dijo: "Porque si das, conseguirás. Tu dádiva regresará a ti en medida plena y desbordante, pero apretada y remecida para hacer espacio para que puedas recibir más en tu regazo. La medida que uses para dar-grande o pequeña- servirá para medir lo que recibas". En ese sentido, dar limosna no sólo genera satisfacción, sino dones para quien ofrece. No hacerlo puede generar consecuencias negativas. Según Proverbios 28:27, "El que da al pobre nunca sufrirá necesidad, pero el que cierra sus ojos tendrá muchas maldiciones "dar limosna cumple uno de los principios necesarios de la fe cristiana, que es alentar a las personas a desarrollar un espíritu más generoso.. Las personas sin hogar son un claro ejemplo de quienes necesitan limosnas; sin embargo, un buen cristiano también puede dar limosna a un vecino o miembro de la familia que necesite asistencia. En Lucas 21:1-4, Jesús vio a los ricos haciendo donaciones. Luego, vio a una viuda pobre que dio dos pequeñas monedas de cobre, a lo cual dijo: "De cierto digo, que esta viuda pobre ofreció más que todos los ricos; porque ellos de su riqueza ofrecieron sus sobras, pero ella de su pobreza ofreció todo lo que tenía para vivir". La «limosna» así entendida tiene un significado, en cierto sentido, decisivo para tal conversión. Para convencerse de ello, basta recordar la imagen del juicio final que Cristo nos ha dado:
«Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; peregriné, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y vinisteis a verme. Y le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos peregrino y te acogimos, desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,35-40).

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