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sábado, 3 de noviembre de 2012
EMPERADOR NERON.
NERÓN: Nerón inició su reinado a la edad de 17 años de forma pacífica, aconsejado por sus maestros Burro y el filósofo cordobés Séneca (este último sería amante de su madre, Agripina, y sería ella la que lo introduciría en la corte imperial). Sin duda, las enseñanzas del filósofo bético habían hecho mella en el tierno y joven Emperador, que no obstante haber intentado aquel impregnar el corazón de Nerón con buenas lecciones, realmente estaba tan apegado a lo pecuniario, que su fortuna había crecido desmesuradamente al lado de la familia imperial (algunos historiadores hablan de una fortuna de 300 millones de sestercios en poder a momento de su muerte).
Durante tres siglos, el infierno fue Roma y los diablos fueron sus emperadores, que arrojaron a los cristianos a las fieras hambrientas en las arenas del Coliseo.
El público, encantado. Nadie quería perderse esos almuerzos. Según los historiadores de Hollywood, Nerón fue el peor de todos. Dicen que él crucificó boca abajo al apóstol san Pedro y dicen que incendió Roma, para echar la culpa a los cristianos. Y cumplió con la tradición imperial exterminando a su familia. A su tía Lápida, que lo había criado, le aplicó una purga, y con setas envenenadas dijo adiós para siempre a su medio hermano, Británico.
Después de casarse con su media hermana Octavia, la desterró y la mandó estrangular. Viudo y libre, pudo cantar a viva voz la incomparable belleza de Popea, a la que hizo emperadora hasta que se cansó y la echó al otro mundo de una patada. Agripina fue la más dura de matar. Nerón le estaba agradecida porque era fruto de su vientre y porque ella había envenenado al emperador Claudio, su marido, para que él, su hijito, ascendiera al trono.
Pero Agripina, madre amantísima, no lo dejaba gobernar y al menor descuido se metía en su lecho haciéndose la dormida. Le costó sacársela de encima. Menos mal que madre hay una sola.
Nerón la convidó con pócimas fulminantes, previamente ensayadas en esclavos y animales, le derrumbó el techo sobre la cama, le perforó la quilla del barco... Por fin, pudo llorarla. Después mandó matar al hijo de Popea, Rufo Crispino, que jugaba a ser emperador. Y clavando un cuchillo en su propia garganta, acabó con el último pariente que le quedaba.
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